domingo, 11 de septiembre de 2011

VIERNES POR LA NOCHE

Anoche quise soñar contigo, necesitaba tus besos, tus caricias, tus abrazos, el contacto de tu piel desnuda contra mi pecho, el roce de tus dedos, el aroma a lavanda y espliego de tu pelo, el levemente afrutado perfume de tu boca... Necesitaba sentirte una vez más entre mis brazos, para restablecer el equilibrio de mi mundo, que naufragaba lejos de ti, y perdía el escaso sentido que otorgaba la aplastante realidad y el paso del tiempo... Soñaba despierto contigo, y me parecía injusto que fuera tanta la distancia entre nuestros cuerpos, cuando yo notaba el latido de tu corazón en mi pecho, y la yema de tus dedos trazaba arabescos sobre la piel de mi espalda...

Si estaba loco, aquella era precisamente el tipo de locura que me daba la vida, y por la que arriesgaría encantado la vida, si el premio era tenerte conmigo... no estar nunca más solo... ni volver a tragarme las lágrimas... No me importaba tampoco que ambos mundos se cruzasen en el espacio y el tiempo, si aquél era el precio de tenerte conmigo... ¿Quién se preocupa por la realidad, si puede sumergirse entre los cálidos brazos de una diosa?

Anoche soné que en el silencio de la noche, sonaba el teléfono móvil, y era tu voz la que escuchaba, en mitad de una tormenta de recuerdos... Tu voz, ligeramente ronca, pronunciando en mi oído leves palabras de amor y deseo... "Estoy en la puerta... de tu piso... ¿Me abres?" No había mejor manera de terminar el sueño, que abrir la puerta, y encontrarte allí, con tu gabardina empapada, tu paraguas, y tu sombrero... El agua ha mojado las puntas de tu hermosa cabellera, pero me olvido de todo cuando me besas... y te abrazo... Te doy una toalla y te muestro el camino al cuarto de baño, me has dado tu gabardina en medio del salón, tu blusa de seda blanca y tu pantalón de pinzas negro siguen el mismo camino, y en ropa interior te diriges hacia la ducha, me das otro beso, y cierras la puerta...

¿Cuántas veces has venido a mi casa? No parece que sea la primera, puesto que conoces el lugar de muchas pequeñas cosas... Mientras te espero, doy una rápida batida por el dormitorio, y pongo un CD de jazz... El tiempo se vive de manera distinta en los sueños, porque enseguida sales de la ducha, envuelta en mi viejo albornoz azúl, y con los pies descalzos... Hablamos un rato, bebemos un poco, te quedas adormilada en el sofá... Respiras profundamente... duermes... Con gran suavidad, te tomo en los brazos, es una suerte que peses tan poco, y te llevo a la cama... Ocupas la mitad destinada a las visitas... Te arropo con las sábanas y la manta, y me siento en el sillón de lectura, para verte dormir... Pareces tan joven, tan indefensa, sin el maquillaje que utilizas en el bufete... y eres tan hermosa... No puedo evitar darte otro beso, esta vez, en los labios, me pongo el pijama y me tumbo a tu lado... Se me cierran los ojos...

Viernes por la noche... sueño que estás de nuevo a mi lado, que has venido a verme, en mitad de la oscuridad y de la lluvia... y te has quedado a dormir conmigo... Sábado por la mañana... Suena el despertador... Estiro la mano para apagarlo... Y te veo, dormida, a mi lado...

No ha sido un sueño...

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