viernes, 16 de septiembre de 2011

SUEÑOS DE MUSA

Aquella tarde de invierno, hace varias semanas, tuve una conversación un pelín desagradable con mi musa... Quizás lo que màs me dolió fue que se comportase como una mujer de carne y hueso... Pues si precisase de una musa corpórea, tengo dos o tres buenas amigas dispuestas a convertirse en mi inspiración... Fue una conversación, tipo "Escenas de matrimonio", pero en el terreno neutral del ocaso, sentados en un banco del Parque de Juan Carlos Iº, puesto igual que mi amiga Beatrice Golden, lo he adoptado como punto de esparcimiento... y de diálogo... muchas han sido las tardes que he pasado este invierno paseando por allí, sin duda menos de las que debería, pero en todo caso, las suficientes para oxigenarme...

"Creo que ya no me quieres...", de dijo de sopetón mi musa... "¿Acaso ya no te parezco atractiva?¿No te gusta mi melena, larga y negra, y mis ojos almendrados?¿No tienes ganas de besar mis labios cuando estamos solos?"

"No se trata de eso, Musa... Son cosas que tú no puedes entender...", le respondí, de manera poco convincente, me temo...

"¿Por qué no puedo entenderlas?¿No te gusto?", me dijo, levantándose despacio, para que el último sol iluminase las curvas perfectas de su cuerpo, moldeadas por el viento, como si el vestido de algodón blanco fuera una segunda piel... Por cierto, para ella, siempre es verano... su piel está perpetuamente bronceada, con ese tono que es hijo del sol y del viento... jamás se viste con otra cosa que una casi ilimitada colección de vestidos de algodón blancos, con mínimas diferencias, y con faldas ibicencas... y nunca utiliza algo que no sean sandalias de tiras de cuero, y de esparto, con tiras enlazadas hasta la rodilla...

"¿Cómo no ibas a gustarme, si encarnas mi ideal de belleza, hasta en el menor detalle? No en vano eres el fruto de mi imaginación, de incontables noches de vigilia..."

"¿Pero me amas?¿Me amas... aunque sea un poquito?"

Aquella era la pregunta estelar... el auténtico motivo de haberme convocado aquella tarde en el parque, enviándome un correo de hotmail... la Musa que se enamora del poeta, del escritor, pues del roce nace el cariño... Desde hace unos cuantos días, la notaba extraña, quizás más intrigante que de costumbre... Me sorprendía mientras estaba en la ducha, o afeitándome... Notaba una suave corriente de aire, o un beso en el cuello... Era una conversación amarga la que me esperaba... y por fin habíamos llegado al meollo del problema: el amor, físico, carnal, irrealizable, al que en el fondo aspiran todas las musas... y los "musos"...

"Sí... es cierto que te amo, Musa... pero a mi manera... con mis limitaciones... y mis modelos... y mis sueños..." ¡Por Dios y por Belcebú, cómo podía decirle la verdad, sin herirla demasiado?¿Cómo explicarle que aquél amor del que ella hablaba, jamás sería realizado, ni correspondido?¿Que si no pasó nada aquella tarde de otoño, cuando me visitó convertida en carne mortal, tampoco sucedería ahora?

Y ella se quedó sentada a mi lado, con el sol poniente arrancando fugaces destellos a su melena azabache... mientras una lágrima descendía lentamente por su mejilla... Y entonces, al mismo tiempo que rozaba suavemente la piel de su cuello con los labios, tuve una idea, tal vez no brillante, pero al menos le daría un poco de esperanza...

"Querida Musa... Me parece que lo que me estás pidiendo es algo que no te puedo dar, pues hablamos de amor carnal, de una fusión más allá de las almas y los cuerpos... Y no es algo posible entre nosotros... De sobra conoces mis compromisos, mis amores, mis tristezas, mis soledades... Quizás por eso deposité en tu regazo tantos sentimientos, que al final, te dieron forma... Pero.... y en los asuntos del amor siempre tiene que haber un "pero", lo que no puedes hacer es convertirte en humana...", le dije, notando que le estaba doliendo cada una de mis palabras, pero al mismo tiempo, deseando darle aunque fuera un poquito de esperanza... En aquél momento, mi Musa estaba llorando abiertamente....

"No sería justo que te convirtieras en humana... pues ninguna humana podría compararse contigo... al menos para mí... Quizás podríamos encontrarnos en tierra de nadie, ni musas, ni humanos: en el reino de los sueños, donde todo es posible... Seguiremos trabajando duramente en la realidad, creando, inventando, recreando situaciones, amores, deseos... Mas si nos encontramos en el limbo... todo estará permitido... ¿Te parece una buena idea, Musa?"

No me respondió, durante ochenta latidos, estuvo con la mirada gacha, sollozando contra mi pecho... Algunas personas nos miraban al pasar, pero no se detenían... Y después, algo más tranquila, me besó, con sabor a lágrimas... susurró algunas palabras en mi oído... se levantó del banco... y se fue caminando hacia el sol poniente... para fundirse en el último rayo de luz...

Desde aquella tarde de invierno, vivo recordando sus palabras, temiendo algunas noches que llegue el momento de dormir... y al mismo tiempo, deseándolo... Pues en ellas se refugiaban y expresaban los deseos de miles de poetas, escritores, soñadores... y también los míos...

Entre caricia y beso, me dijo... "Espérame en el limbo, amor..."

Y así ha sucedido... Aquellas mañanas de invierno, en las que he despertado con el corazón culpable... y el alma llena de Primavera...

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