viernes, 9 de septiembre de 2011

AQUELLA GATITA HERMOSA... Y EL VAMPIRO...

A veces, los momentos màs divertidos de una fiesta de disfraces son los que se tiñen con el humor más surrealista... o con las mayores ganas de aprovechar el tiempo... "Carpe Diem"... Los famosos "días de la carpa" de los romanos de una época tan remota que hasta el Coliseo estaba completo, incluyendo la techumbre de lona para mitigar el calor del sol... Nunca entendí la obsesión de los latinos con este pez, la carpa: está mucho más rico el salmón...

Esta historia se remonta como poco a la época de los Césares... Tiempos remotos, de la Universidad, en los que todo parecía más sencillo, el futuro era más brillante, y por supuesto, el corazón estaba más libre, y más alocado... Bueno, ahora sigue estando bastante loco, mi corazón, pero se conforma con mi mujer y con mi musa (que no son la misma persona... mi musa ni siquiera existe en el plano real...). No tenía muchas ganas de ir a la fiesta de disfraces que organizaba mi amiga, pues nunca he llevado muy bien el hacer el ridículo, y para mí, disfrazarse es un sinónimo de ridiculizarse... Lo que más castigo me daba era el tener que estar toda la noche acarreando o pendiente de la ropa de recambio... En formato anuncio, sería así: "dientes postizos de vampiro, 100 pesetas; sombra negra para ojeras, 100 pesetas; caber en el esmókin de tu padre y convertirlo en disfraz de vampiro, para estar toda la noche mordiendo cuellos femeninos, no tiene precio..."

Y allí estaba yo, en la fiesta de mi compañera, sin conocer a casi nadie, pero con relativas ganas de pasármelo bien, puesto que mi timidez siempre asomaba por allí, como si fuera la mujer de rojo de un anuncio de compresas... Era una fiesta muy divertida, con un hermoso buffet de abundante comida, varios ambientes, y mucha y buena música... Por aquél entonces, disfrutaba preparándo cócteles, sobre todo "Malibú con piña colada", "tequila sunrise", "vodka pasión", y algún que otro invento como "muerte blanca"... Nunca me ha gustado beber, por eso mi límite estaba en dos copas, y el resto de la noche, con zumos... Pero allí estaba yo, un vampiro mordisqueando cuellos femeninos, preparando cócteles, vamos, lo de siempre...

Entonces la ví a ella, sentada, con su hociquito pintado, su body negro, sus collares y las botas de tacón... No había ningún chico con ella, lo que no dejó de sorprenderme, pues yo la encontraba muy atractiva... Abandoné la barra unos minutos, para llevarle un "tequila sunrise" muy suave, algo que sabía al haberla observado antes... Su voz era muy dulce, con un toque de angostura... "¿Es para mí?¿Cómo sabías lo que deseaba tomar?" En vez de responder, indiqué con un leve gesto su vaso... que por cierto, yo mismo había preparado hace media hora... Por supuesto, era distinto, el estar dentro o fuera de la barra, pierdes la ventaja que otorgan las luces indirectas y el manejo de la coctelera... pero tienes que hacer frente al problema de cómo darle conversación a fascinante gatita...

Tuve suerte... ella también estudiaba Periodismo en el CEU, dos cursos por debajo del mío, y me la había cruzado unas cuantas veces en las escaleras del centro, pero nunca había encontrado la ocasión para hablar con ella... esa dichosa manía de llegar un pelín tarde a todas partes... Aquella noche fue bastante extraña, no exactamente mágica, pero poco le faltó... La pasé casi entera, hablando con Claudia, hasta la madrugada... Hablando "del piú e del meno", es decir, de todo y de nada... De libros, sobre todo... y de viajes... Ella también era una viajera empedernida, tanto dentro como fuera de Europa, y sentíamos la misma fascinación por la cultura maya, los olmecas... Era un poco como hablar con alguien que te complementaba, las mismas pasiones, las mismas inquietudes... algo, en todo caso, extraño e interesante, para un solitario empedernido como yo...

¿Acaso fue el disfraz de vampiro lo que me ayudó, aquella noche, a deshinibirme?¿Conseguí motivar un poquito más a Claudia, con los "Tequila Sunrise" suavecitos?¿Tal vez ella se limitó a aprovechar la ocasión, para hablar conmigo en medio de la relativa intimidad que otorga un baile de disfraces y encontrarte en medio de personas moderadamente desconocidas? Pasé media noche detrás de la barra, hablando con ella, con mi gatita loca... quien al final también se animó a preparar algunas copas, cada vez con menos alcohol, para el grupito de incombustibles bebedores que llegó con vida a las cinco de la madrugada... También estuvimos bailando, menuda pareja, solo nos interesaban los lentos, quizás porque ninguno sabía bailar: para mis dos pies izquierdos, bastante tenía con aplicarle a cualquier baile el compás "un, dos, tres" del vals... A veces, incluso contaba en voz baja... No pudimos evitar una carcajada, cuando sorprendí a Claudia contando al mismo tiempo que yo...

Serían las seis de la mañana de un espléndido sábado de primeros de junio en Madrid cuando, habiendo ayudado a Nerea y a su novio a recoger un poco la terraza de su piso, nos bajamos los cuatro a dar un paseo por la ciudad, cuyas calles bostezaban, agotadas por una noche tan larga... El objetivo de nuestra expedición de castigo no podía ser otro que una chocolatería cercana, donde atendieron a un vampiro, una gatita (muy) sexy, una dominatrix (con taconazos de cuero y corpiño negro... es Sebastián, el novio de Nerea) y una geisha (Nerea)... A las ocho de la mañana, nos despedimos con un beso en la Plaza de Colón... con la promesa de vernos en la facultad... Volví a casa, me encontré con mi madre en la cocina, dos besos, y me fui a la cama...

Me despierto sobresaltado, son las nueve de la noche de un viernes del mes de junio... Sobre la silla tengo el esmokin de mi padre, dos pequeños tubos de maquillaje, y una capa de atrezzo... ¿He soñado aquella noche?¿Será lo que me va a pasar? No paro de recordar esta colección de falsos recuerdos, de sentimientos, experiencias tan hermosas como bailar con Claudia, los cócteles... el beso de despedida... Al llegar a la casa de Nerea, y verla vestida de geisha, experimento un déja vu... me cuesta aguantar la carcajada al cruzarme en el pasillo con Sebastián, con su traje de dominatrix y el corpiño (¿qué se habrá puesto como relleno?)...

Empieza la fiesta... Levanto la mirada, y allí está ella, Claudia... mi hermosa gatita presumida... Me mira... se acerca... le preparo un cóctel suavecito... Nuestras miradas se rozan... decido retomar la conversación donde la dejamos en el sueño: la hermosura de una tormenta tropical en la jungla mexicana... la impresión que provoca la tumba del astronauta... la humedad en las entrañas de la Gran Pirámide... la magia de un atardecer en París... Se pasa conmigo detrás de la barra... Me besa a las tres de la madrugada... y todo cambia...


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