viernes, 9 de septiembre de 2011

NADA QUE OLVIDAR... **

Todo está tranquilo en el estudio del fotógrafo, son las últimas horas de aquella jornada mágica, cuando España se proclamó campeona en los mundiales de fútbol, desde las calles aledañas sube el frenesí de los campeones... Aquella noche, todos, o casi todos, éramos campeones del mundo, los gritos de borrachos y los claxonazos resonaban por doquier... Nadie quería dormir... salvo ellos... quienes ahora reposaban, entrelazados, sobre las sábanas de raso...


¿A quién le importa el calor, cuando llevas más de veinte años deseando que suceda algo, muriéndote de tristeza cuando estás al lado de ella... pero no puedes tocarla... al menos, no como tu cuerpo, tu mente, tu corazón, tu alma, ansía? ¿Y ella, cómo se ha sentido todo este tiempo, tan lejos, en los momentos importantes, en los duros, en los alegres, con sus ojos clavándose en su memoria, respondiendo con su mirada desde los espejos... pero siempre tan lejos... cuando ella solo desearía perderse, y olvidarse, en él?


Amores deseados.. amores soñados... querida amiga, con el tiempo aprenderás que solamente existe un amor, entre humanos, que valga la pena, que jamás olvidas: el que nunca se realiza... Sí, esta noche, es "su noche", la de Pablo y Carmen, o de Carmen y Pablo... Y quizás vengan otras después... pero ninguna será como esta... Voy a contarte un secreto: Pablo se enamoró de Carmen a los once años, aquella gloriosa mañana de septiembre en la que se vieron por primera vez,con su cabello oscuro recogido en una práctica cola de caballo, las mejillas arreboladas por el calor de aquellos días en Madrid... Supongo que fue un mazazo para él, esa primera toma de contacto, a distancia, visual, y todo lo que tú quieras, con el misterioso mundo de las niñas, y los sentimientos... Desde aquél momento, pasando por la bendita casualidad de compartir clase, Pablo siempre estuvo enamorado de ella: en su corazón, se prometió protegerla siempre, hacer deporte, lo que fuera necesario, estudiar más, aprender más cosas, y ser su amigo, puesto que supuso que una chica como ella, bellísima al mismo tiempo que inteligente, vería bien poco o nada en él...

Gracias al karma, a la suerte, o a la curiosa manía de la profesora de sentar a los niños con las niñas, terminaron siendo compañeros de pupitre... Mientras iba repartiendo a los demás niños como si fuera la Asamblea de la Onu, intercambiaron la primera mirada, y poco faltó para el primer beso, en la mejilla... "Hola, me llamo Carmen", dijo ella, que por su condición femenina era mucho más lanzada que él, tendiéndole la mano... "Hola, me llamo Pablo... ¿Quieres ser mi amiga?", le respondió él, al mismo tiempo que rozaba levemente su mano con los labios... A ella le hizo gracia el gesto, tan de caballero andante, y se rió, suavecito... También en aquél momento, a la distancia de un suspiro, sus ojos se encontraron... y nació una amistad, de esas que solo resultan auténticas cuando empiezan en la infancia...


Acuérdate de este fotograma, porque lo viví en persona: dos meses después de la primera mirada, fue el cumpleaños de Pablo... es muy duro cumplir el mes de noviembre, porque todavía no conoces a tus compañeros de clase, ni siquiera estás seguro de a quienes deseas invitar... pero sabes perfectamente que ella, Carmen, tiene que venir... y la invitas... y acepta... vive en una casita baja con jardín (bueno, es la de tu abuelo, pero la usáis para la fiesta), y en mitad de tanto niño, pues al final vino casi toda la clase, y lo estáis pasando muy bien... bueno, bastante bien, porque ella no ha llegado todavía... en el fondo, solo puedes pensar en lo mucho que la echas de menos... Ya son las seis, y al mirar hacia las escaleras, la ves: está allí, con su melena castaña recogida en una coleta y cubierta por un sombrero de vaquera, y lleva un conjunto vaquero, camisa de cuadros rojos, y unas botas también de vaquera... Está muy hermosa, Carmen, y entonces, con un leve tirón de la manga y un par de palabras en voz baja, nace la primera foto de ella, sola, mirando al infinito... La siguiente es ya en el césped, cuando se acerca a ti, rodeado de los papeles de los regalos que ya has abierto, y ella pone en tus brazos un bulto bastante grande y te pide que lo abras... Y desgarras el paquete... y te encuentras con un sombrero de vaquero (el mismo que cuelga de la pared sur, junto a la ventana) que te queda muy bien, al mismo tiempo que te devuelve una gorra que "te desapareció en clase" unas semanas antes, una canana y dos pistolas... además de un libro de historias del oeste... Emocionado, sobre todo cuando Carmen te enseña que vuestras cananas, pistolas y sombreros son exactos... la besa... en los labios, y en medio de la incredulidad general primero... y luego, de un coro de risas... También se conserva aquella foto...


Pasan los meses, los años... llega la adolescencia... Carmen se convierte en una bellísima muñeca, de la niña que fue se conservan solamente sus ojos, su hermosa naricita, y la boca... Le tiene un grandísimo afecto a Pablo, es sin lugar a dudas su mejor amigo, su protector, su confidente, pero al mismo tiempo ha establecido entre ellos una barrera mental de la que ni siquiera es por completo consciente: que lo ve "solamente como amigo"... ¿Y él? ¿Él amigo fiel, servicial, que le lleva la mochila cuando hace falta, y aparta a los moscones?¿Qué pasa con él, que todavía sueña con besarla de nuevo, igual que aquella tarde en el jardín? ¿Él, quien miles de veces ha estado a punto de decirle, por escrito, en persona, o trazando en el aire o sobre la superficie del pupitre que siguen compartiendo (uno para niños grandes, no el primero... aunque siempre han seguido juntos), un "te quiero" de los que rompen mundos, incluso los de tinta?


Él, Pablo, hace ya mucho tiempo que dejó de sonreír en las fotos, y que lleva en el corazón desde aquél día fatídico, aquél cuatro de abril de 1985, la respuesta que Carmen le dió... Todo estaba preparado, era jueves, salían más pronto de clase al no estudiar latín, y se fueron a comer juntos, como tantas otras veces, antes y después de aquella... Cerca del instituto había una hamburguesería, pidieron sus menús, y se sentaron en una mesa que hacía esquina... Él quería decírselo ya, revelarle todos aquellos momentos en los que su corazón se había detenido cada vez que ella le miraba, o le besaba en la mejilla, o rozaba su brazo con la mano... Ya era un adulto, tenía que luchar y ganar esa guerra...


Pero no hubo batalla... Comieron tranquilamente, hablando de mil cosas... aunque Pablo no se enteró de casi nada... Aclarándose la garganta con un trago de agua, comenzó su discurso: "Carmen, tengo algo importante que decirte... Como sabrás, llevamos juntos cuatro años..." y allí terminó... Porque ella le dijo unas palabras que durante meses estuvieron dando vueltas entre su corazón y su mente... Y él todavía las recordaba hoy por la tarde... "Pablo... sé muy bien lo que vas a decirme... Que eres mi mejor amigo... pero que no puedes olvidar tus sentimientos... Que estás enamorado de mí desde el momento en que nos vimos... y no se trata de una cabezonería, o algo relacionado con las hormonas... Que te gustaría que diéramos un cambio a nuestra relación, que fuéramos novios, aunque sin hacer nada... que me respetas, por encima de todo... pero que también me deseas... ¿Verdad?"


En algún momento de aquellas palabras, que se iban clavando directamente como alfileres en su corazón, Pablo se planteó si no estaba teniendo una pesadilla... En aquél momento, Carmen se inclinó hacia él y, cogiendo sus manos, le dió un beso en los labios, suave, dulce como el helado de fresa que habían compartido, pero breve, misericordiosamente breve, pues si hubiera durado más tiempo, él podría haber perdido el control... "Pablo, lo siento mucho, pero no estoy enamorada de tí... Nunca no he estado... Te quiero, muchísimo, eres mi mejor amigo, mi compañero de juegos, de estudios, de conciertos, de locuras (como aquella vez con las bicis, bajando por las escaleras del metro)... También eres mi fotógrafo oficial, eres la mejor persona para tenerte a mi lado... pero no puedo enamorarme de ti... No quiero enamorarme de ti, Pablo... porque los amores desaparecen, se los lleva el tiempo... pero los amigos, no.... Si yo fuera más razonable, o menos sentimental, te diría que lo intentásemos, que corriéramos el riesgo, pues con quince años nuestros corazones están hechos para sentir, para la aventura, para descubrir en tus brazos el sabor de los besos, tus caricias... Pero no puedo, Pablo, no... no puedo perderte..."


Y Pablo se quedó allí, sentado, mirándola fijamente, sintiendo la caricia de sus manos, de sus dedos, de sus ojos llenos de lágrimas... Fue un amor exterminado antes de nacer, sabes... Y lloraron, los dos, mirándose, durante unos minutos... Y él tomó su decisión, una de las más duras de toda su vida: aceptar sus condiciones, seguir con ella, con Carmen, con su mayor y único amor... pero en las condiciones que ella marcaba... "¿Pero seguimos siendo amigos, verdad? Yo tampoco quiero perderte, Carmen..." Entonces, ella se levantó, se inclinó a su lado, y tras darle uno de aquellos besos que cambian una vida, le dijo: "¡Por supuesto, tontorrón! Eres mi mejor amigo, y lo seguirás siendo... para siempre..."


Pasaron las semanas... y los meses... Cada uno de ellos se enamoró... pero no del otro... Carmen se quedó "loquita" por Elías, uno de los delanteros del equipo de fútbol... Meses después, se enamoró de Sebastiao, un alumno de intercambio... Pero, según le contaba a Pablo, no era nada serio, solo "un rollito, un par de caricias..."; y se lo decía precisamente a èl, que rememoraba cada uno de aquellos tres besos, incluyendo el de su cumpleaños en el jardín del abuelo; que tenía que repetirse, como si fuera un mantra "mejor amigo que nada", para no abrazarla un poquito más fuerte, para sentir su cuerpo contra su pecho... ¿Por qué son tan crueles, o tan insensibles, algunas mujeres? ¿No se dan cuenta el daño que están haciendo? ¿No les importa cómo se sienta su "mejor amigo", cuando se refugian entre sus brazos para contarle que han roto con David, después de haberselo dado "todo" durante aquella acampada, la última del instituto, en la que èl también participó, y le hizo algunas hermosas fotos? Solo de imaginarlo, dentro de una tienda de campaña cutre, con una esterilla, un saco de dormir, el duro suelo... ¡Él, que la habría tratado como una reina, como una princesa, en todos los aspectos, que llevaba varios años ahorrando para comprarle algo bonito, especial!


Aquél momento, lo sé, porque yo también estaba allí, significó un cambio... Terminó el instituto, los dos aprobaron la selectividad con nota... Ella escogió ingenieros de minas, él derecho, en el mismo campus... pero no era ya lo mismo... Comían juntos todas las semanas, iban al cine un par de veces al meses, la amistad perduraba... pero no hubo amor... Tal vez por despecho, Pablo cedió a las insinuaciones de Beatriz, una compañera de clase que estaba por él... y fue la primera vez que hizo el amor... por poderes, y por despecho... Hubo otras chicas, luego mujeres, en su vida, que le atraían porque en ellas había mucho que le recordaba a Carmen, su amor imposible, el único que jamás podría tener...


Más por curiosidad que por otra cosa, en tercero de carrera, se apuntó a un taller de fotografía para principiantes... sin saber que aquello cambiaría su vida... Fue allí donde nos conocimos, o mejor dicho, cuando se acordó de mí: de su vieja cámara Yashica Minister D, que llevaba un año y medio en el cajón... desde la última vez que le hizo una foto a Carmen... Y descubrió que hacíamos una gran pareja, pese a la diferencia de edad, que por aquél entonces yo tenía casi cuarenta años, y él, veintidós... El catorce de octubre de 1992 comenzaron las clases: dos horas, todas las semanas el primer trimestre, cuatro el segundo y el tercero... Y durante las vacaciones de verano, hizo un par de talleres de perfeccionamiento... Los dos últimos años de carrera, comenzó a trabajar en estudios fotográficos "convencionales"... y casi por azar, terminó dedicándose más a la fotografía publicitaria entre semana, y erótica/sensual los fines de semana...


Cada fotograma le iba acercando más a esta tarde, a esta noche, este momento que están compartiendo... Pues en cada una de las mujeres que fotografiaba, estaba buscando las huellas de su único y verdadero amor, Carmen... Su sonrisa... sus ojos... su nariz... su pelo... eran más sencillos, de hecho, en sus viejos àlbumes conserva fotos, incluso en bikini o con el albornoz blanco, donde queda poco por descubrir... No fue realmente una sorpresa el coincidir en el spa: Carmen apareció mencionada como participante en un congreso de ingenieros, que tendría lugar en Madrid; acostumbrado a moverse en el mundo de la alta y la baja fotografía, Pablo no tuvo muchos problemas en confirmar el hotel donde se alojaría, y por el recepcionista, confirmó que tenía la costumbre de relajarse en el "spa" a última hora... Él llevaba toda la vida haciendo deporte, al principio, para sentirse más fuerte si necesitaba defenderla a ella, luego, solo por mantenerse en forma, y estaba seguro de econtrarse en buena forma...


Es cierto, habría sido mucho más sencillo llamar a su habitación, quedar para comer o para cenar, aunque fuera "por los viejos tiempos"... pero a Pablo nunca le han gustado las cosas sencillas o convencionales... Habían pasado más de veinte años siendo "amigos pero no novios"... y unos diez desde la ùltima foto en bikini... En todo caso, su corazón le decía que ya era hora de volver a verla, de recrear su mirada con su cuerpo... y quizás, de realizar un ùltimo intento... Carmen estaba bellísima, con su bikini negro, mientras salía del agua para darle un beso... Se abrazaron como en los muy viejos tiempos, compartieron el circuito termal, y luego se fueron a cenar... y se pusieron al tanto de sus vidas, en un romántico restaurante italiano...


Durante dos años y medio, Carmen estuvo trabajando para una empresa japonesa en Barcelona, pero en otoño regresaría a Madrid, ya para quedarse... "No, yo no tengo pareja, ¿y tú?", le dijo... "No, yo tampoco, Carmen... (aunque bullendo por dentro, con ganas de decirle: porque sigues siendo la única mujer perfecta para mí)..." Quedaron para comer al día siguiente, en el "Nait", la hamburguesería donde comieron tantas veces durante el instituto... y hablando del trabajo, surgió el tema de la fotografía, de la carrera de Pablo en los medios de comunicación, y que nada tenía que ver con sus estudios de derecho... y quiero pensar que con alguna idea en mente, Carmen le preguntó si podía hacerle algunas "incitantes, eróticas, pero sexis, como las que le hiciste a Ella el año pasado"... A Pablo casi le da un infarto, pues sería la oportunidad perfecta para realizar el sueño de los últimos años de su vida... Si no podía amarla, al menos, verla por entero, convertida en blanco y negro... en carne y alma...


La fecha no la concretaron, sabes... porque Carmen todavía tenía que hacer cosas en Barcelona para la corporación Yamashita... y también deseaba poner a prueba la voluntad, las prioridades, de Pablo... y le llamó un viernes por la tarde, desde Madrid... para concertar la sesión para aquél domingo, el de la final de la copa del mundo de fútbol, sabiendo que él siempre fue muy futbolero...


Y la sesión, querida amiga, ha sido perfecta, ella es bellísima, Pablo es un gran profesional, aunque ha perdido un poco los papeles al final, cuando Carmen se ha quitado el tanga, avanzando muy lentamente hacia él... Lo tenía ensayado, estoy seguro... Pero no me importa... ¡Veine años esperando, te das cuenta! ¡Si es mucho más que la esperanza de vida de una cámara digital, como tú, por muy Olympus que seas! Yo soy más sencilla, es cierto, pero he visto cosas, historias, que jamás te podrías creer...


Pero lo que realmente le agradezco a Pablo, quien me heredó de su padre... es que nos haya dejado a las dos orientadas hacia la cama redonda... para asistir a la culminación de miles de sueños, de anhelos... y con un poco de suerte, al nacimiento de nuevas esperanzas, para dos personas que se aman desde hace tanto tiempo...


Pues hoy he leído, en los ojos y el corazón de Carmen... que ella también le amaba en los días del instituto... salvo que ahora, lo admite... y lo recuerda...


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