miércoles, 21 de septiembre de 2011

HIJAS DE LA MEMORIA...

A VECES, para seguir avanzando, para encontrar tu camino en los mares del presente, no hay más remedio que soltar lastre... En mi caso, el lastre era el recuerdo de una larga serie de nombres de mujer...

Amigas que pudieron haber sido otra cosa, mujeres de las que me enamoré hace mil años y pensaba que había olvidado, voces, sobre todo, que seguían rondando en las bambalinas de la memoria...

Si lo piensas con calma, seguro que descubrirás que viven en ti unos cuantos nombres de personas (mujeres en mi caso... en el tuyo, eres completamente libre para escoger géneros), a las que has creído amar... o quizás incluso hayas amado y perdido, qué más da...

Es curioso, con las voces de las personas queridas no sucede lo mismo que con las de los muertos: todavía recuerdo claramente la voz de mi primer amor, con toda la riqueza de matices de una adolescente (hace 25 años que no la veo)... y sin embargo... he olvidado las de mi padre y mi abuelo...

Es cierto, apetece mucho recordar un sentimiento dulce, puro, el efecto de una caricia, de un beso, o simplemente, el estar junto a una persona especial... Por eso, atesoras cada detalle, cada matiz, cada pizca de aroma... Algunos aromas, de golpe, te hacen llorar; ciertas películas permanecen asociadas a una persona en concreto, y es imposible verlas sin notar su presencia (algunas de ellas, en mi caso, son "Ghost", "Estallido"... y "Star treck V"...). Recordar no es malo, insisto, pero lo que no puedes hacer es permitir que esa colección de recuerdos y de ocasiones fallidas se convierta en un lastre para que disfrutes de tu presente...

Por eso, llevo un cierto tiempo compartiendo con vosotros/as todos esos sentimientos, todos esos recuerdos, a través de los diferentes blogs, pero especialmente aquí y en "Versos dispersos"... De alguna manera, se trata de ir quitando lastre emocional, porque todas aquellas Hijas de la Memoria, cuyo recuerdo he ido atesorando durante todos estos años, en el fondo, se habían convertido en una maraña de sentimientos que me impedía seguir adelante... y disfrutar de lo único importante: el presente...

No son todas las que están, ni están todas las que son... que cuarenta años sobre este planeta dan para muchísimos recuerdos, sobre todo si eres un enamorado compulsivo, alguien tan tremendamente romántico, y al mismo tiempo tan tímido y tan ingenuo, que una sola sonrisa, insisto, una sola, en la distancia, de una desconocida, puede llenar semanas de sueños, de futuribles... de ilusiones, que en el fondo, es el primer apellido del Amor... En verdad, su nombre es Amor Ilusión Ceguera...

Pero también es cierto que, con el paso del tiempo, demasiadas heridas de guerra y cicatrices han ido lesionando mi corazón, me gustaría hacer "tábula rasa" con los sentimientos, y afincarme en la cómoda burguesía del amor correspondido, de mirar juntos hacia el futuro, y sobre todo, de compartir el presente... con mi mujer, nuestro gato, y quizás incluso un niño... o una niña...

Por eso, seguiré liberando sentimientos, recuerdos, sueños fallidos, amaneceres, paseos junto al mar o en la jungla de asfalto, miradas increíbles de ojos castaños, tardes de lluvia sin paraguas, largos viajes hacia el otro extremo de la noche, fugaces avistamientos de largos cuellos, roces casuales de labios turgentes, la emoción de sentirte protector por una vez en tu vida (en vez de protegido), un larguísimo paseo por las calles de Roma, y tantos y tantos momentos...

Y cuando lo haya conseguido, cuando no aniden en el recuerdo más hijas de la memoria... El corazón volverá a latir de nuevo... conjugando verbos en el presente continuo de los amantes... intentando aprovechar incluso los momentos de soledad...

Para seguir enamorándome... incluso del viento nocturno... Y convertirlo... en historias de amor... de sueños...


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