viernes, 9 de septiembre de 2011

DESAPARICIÓN...

Al principio, nadie lo entendía... ¿Cómo era posible que él, una persona "fiel, seria, servicial, responsable y sin grandes ambiciones" se fuera de esa manera... No de la noche a la mañana, pero sí, presentando el aviso de la baja voluntaria con los debidos quince días... Que participase activamente en la mejora de los procedimientos que él mismo contribuyó a redactar, asegurándose de que, en la medida de sus posibilidades, no surgieran sorpresas molestas... Que estuviera hasta el último minuto, en su puesto, formando al sustituto que había llegado hace dos días, y que tanto le recordaba a él mismo, cuando todavía le quedaban objetivos e ilusiones... Pero lo que nadie comprendió en aquél momento, fue que él se despidiera, con un apretón de manos, de la persona que más odiaba en el centro, con un lacónico "Suerte... La necesitarás..." ¿Y qué me dices de sus dos compañeras, sobre todo su amiga? Después de tanto tiempo juntos, por fin, se dieron un abrazo de oso, entre lágrimas... Un poco a modo de escoltas, varios amigos y conocidos, le acompañaron en su último viaje desde el vestuario, donde dejó la taquilla reluciente y vacía, salvo por las perchas que necesitaría el compañero... Por última vez iba a entregar su tarjeta, mas al final, la conservó como recuerdo...

Y se fue, primero a la empresa, para entregar los uniformes, la defensa, finalizar los trámites, y despedirse de quienes, de todas formas, siempre le habían tratado bien... sobre todo cuando su mujer enfermó, durante tantos meses de baja después de la operación. ¿Que si fue feliz en aquella empresa? La felicidad no estaba en el trabajo, sino en las personas que le rodeaban... Por ello, fue moderadamente feliz...

Y volvió a su casa, como si nada hubiera pasado... Durante unos días, se levantaba a las seis de la mañana, se afeitaba, duchaba y vestía, la misma rutina... salvo que no iba al trabajo, no lo necesitaba y, por otra parte, tenía demasiadas cosas que hacer: papeles que arreglar en el bufete de abogados, títulos de propiedad, gestiones con el banco, el guardamuebles... Aquella tarde de finales de mayo, cuando faltaban unos días para su cumpleaños, un pelotón de operarios entró en su despacho, recogiendo todas aquellas cosas que realmente le importaban en la vida: libros, discos, películas, maquetas, incluso las estanterías; también se llevaron casi toda la ropa, algunas fotos... Era un trabajo especial, carísimo, por lo que prestaron el máximo cuidado... A las diez menos cuarto de la noche, después de dar una espléndida propina al jefe de la cuadrilla, y de hacerle un último mimo al gato, cerró la puerta de la calle, metiendo después las llaves en el buzón, pues no pensaba volver... Y, cargando en el coche la única maleta que necesitaba, sacó el coche del parking, depositando también las llaves y el mando en el buzón... No hubo vuelta atrás, ni una pequeña mirada, su destino ya estaba marcado en el GPS, y la guantera llena de música y sueños...

A las once menos cuarto, cuando llegó su mujer, le extrañó mucho ver la casa tan silenciosa, sin la cena lista, y ni siquiera una luz encendida... Comenzó a preocuparse... pero solamente comprendió que algo grave estaba ocurriendo cuando encontró abierto el despacho, y comprobó que la habitación estaba vacía, igual que sus armarios... Comenzó a llamar por teléfono: padres, cuñada, suegra, mejor amigo... Nadie sabía nada... Ni siquiera, los colegas del face, o ciertos bloggers que eran amigos comunes... Casi todas sus cuentas de blogs, servidores, identidades de trabajo y demás rastros habían sido anuladas en los últimos días... El teléfono móvil con su amuleto estaba sobre la mesa del comedor... Según pasaban las horas, subía la inquietud...

A las ocho de la mañana, llegó un mensajero, citando a la familia en un prestigioso bufete de abogados al mediodía siguiente, un lejano 23 de mayo... Salvo los padres de ella, todos acudieron a la cita, para escuchar una carta, que era a la vez una última voluntad... y un testamento...

"Querida familia: os he citado aquí, precisamente en el día de mi cumpleaños, para deciros que, voluntariamente, he puesto fin a mi existencia... No, tranquilos, que todavía no he muerto, y con un poco de suerte, me faltarán todavía algunos años: solo deseo cambiar, por completo, de vida, de ciudad, de pasado, y de futuro, y eso os incluye a todos vosotros... Sois un lastre que me impediría avanzar, por eso, aquí os digo "Adiós". Tampoco se trata de algo repentino, de un capricho pasajero: hace ya demasiado tiempo que lo estoy preparando, valiéndome de todos los trucos sucios que se averiguan como periodista de investigación y algunos contactos "poco recomendables". Cuando leáis esto, si no me fallan los cálculos, estarán en mitad de cierta operación de cirugía estética, y de otra algo más compleja e ilegal de modificación de las huellas dactilares... que todo se consigue con dinero, ya lo sabéis...

El abogado os entregará a cada uno un sobre, con la parte que os corresponde del dinero que heredaréis, con la condición de no buscarme... porque no deseo ser encontrado... Espero que dos millones de euros, para cada uno de vosotros, y la misma cantidad para mis suegros, sean suficientes para "mitigar vuestro duelo"... Sí, soy rico, asquerosamente rico, tuve suerte con la primitiva, quizás por primera vez en esta vida; la única condición para que mi querida esposa se quede con la casa, es que esté dispuesta a compartirla con ellos siempre que la necesiten. Por cierto, incluyo también los papeles del divorcio, ya firmados, y el acuerdo sobre la separación de bienes...

No me quedan más cosas que deciros, espero que seáis moderadamente felices, porque al final, es lo único importante. Y en este país, la desaparición voluntaria no es un delito. Adiós a todos..."

Acto seguido, el abogado y su pasante les hicieron firmar los formularios de "donación en vida entre particulares", y a cada uno de ellos le entregó la tarjeta de crédito, asociada a la cuenta donde estaban depositados los fondos, al mismo tiempo que les recordaba que "los impuestos ya han sido abonados en su totalidad"...

Dicen que aquella primera noche, la pasó conduciendo hacia aquella ciudad del Sur, donde vivía su gran amor... imposible, como todos los amores verdaderos... pero no por ello menos intenso y desesperado... Y que aparcó enfrente de su casa, para verla por última vez... ¡Dios, jamás la había visto tan hermosa, ni siquiera la maternidad se reflejaba en su cuerpo, con aquél traje de chaqueta!¡Dios, lo que hubiera dado por hablar con ella una sola vez, por besarla, estrecharla muy fuerte contra su pecho! Pero no era posible, que no en vano estaba abandonando su vida entera... y ella llevaba décadas formando parte de ella...


Dicen también que aquella misma mañana, dejó el coche en un parking, y se alojó en una cómoda pensión que conocía de un viaje anterior, donde pagó en efectivo, y que pasó medio día durmiendo. Conociendo sus horarios, volvió frente a la casa de ella, a tiempo para verla caminar por la acera, y llenar su corazón y su mente con su recuerdo... Después, se puso a pasear por la ciudad, por aquellas calles que tanto amaba, porque las compartió con ella; por la playa, arremangándose los bajos del pantalón, pues se había vestido a propósito para aquella última cita, y los calcetines y zapatos le molestaban un poco en las manos, y se sentó, en aquella roca, hasta que murió el sol... Un pequeño restaurante italiano, donde también habían cenado hace tantos años, fue su despedida de la ciudad... y de aquella identidad...

A las siete de la mañana estaba en la puerta de una importante clínica de cirugía estética de Marbella, donde uno de los cirujanos, con una amante demasiado cara de mantener, estuvo más que dispuesto a realizar la intervención: barbilla, pómulos, implantes capilares de última generación, borrar los dos primeros tatuajes, que ya no tenían sentido hace tiempo, y ya que estamos, una pequeña liposucción... Dos semanas después, y tras una operación complementaria para eliminar la miopía, fue alguien nuevo y distinto quien salió de la más privada de las suites... Dos días antes, un experto falsificador se había encargado del último detalle para conseguir una nueva identidad: todo el juego de documentos (franceses), títulos, diplomas, y demás parafernalia, incluyendo un pequeño árbol genealógico... A través de un apoderado, gestiona la venta de su viejo coche, y se compra uno más conforme con su nueva identidad... Dos días de descanso, de balneario, después de tanto hospital, no le sientan mal a nadie, y después, emprende, por carretera, el viaje, siempre con el sol a su vera, y con las ventanillas abiertas para escuchar el mar...

A primeros de julio, un nuevo inquilino se instala en aquel cotizado edificio de apartamentos, en la novena planta, en pleno Paseo Marítimo de Gandía. Los de la inmobiliaria han realizado un espléndido trabajo, igual que la empresa de mudanzas, dejando instalado lo que en Madrid era un gran despacho en la tercera habitación con vistas al mar... Una tele de plasma, un comedor de estilo rústico, igual que el dormitorio, la cocina está cómodamente amueblada, y sobran habitaciones... Pero no le importa... Siempre habrá tiempo para llenarlas, el dinero ya nunca será un problema, y tampoco el tiempo...

Al cabo de dos meses, ya casi nadie habla de la desaparición del blogger... aunque dicen que, desde una IP remota, alguien está volviendo a contar las historias a su manera... Y soñando... Con la libertad de ser uno mismo... De estudiar aquello que te interesa... De viajar donde no va nadie...De recorrer toda la costa de España y Portugal... De olvidarme de este molesto zumbido que se mete en mi oreja...




Vale... Me temo que ha sido un sueño... He partido en mil pedazos el despertador de un puñetazo...




Ahora, a ver cómo se lo explico yo al médico de la Mutua... que tengo la mano llena de astillas de plástico...



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