domingo, 18 de septiembre de 2011

MI MASCOTA ESTÁ TRISTE... ¿QUÉ TENDRÁ MI MASCOTA?

Creo que mi mascota está triste... Le veo, todas las mañanas, cuando se levanta... aunque mucho antes de que suenen los dos despertadores, su cuerpo, viejo pero todavía fiable, le va acompañando hacia la consciencia... Y sus pequeños mensajes se multiplican, desde el cerebro hasta las extremidades... Escucho los ruidos de la cama, la manera en que se da la vuelta, y apaga el primer despertador muy rápido, para que ella no se despierte... Si no tiene mucho sueño, solo espera a que suene el primer toque del segundo despertador, para ponerse en marcha... aunque muchas veces, está con los ojos abiertos en la oscuridad... ¿Que cómo sé esas cosas? Bueno... siempre es bueno ocuparse de las mascotas humanas...

Le escucho, cuando abre la puerta en silencio, y se dirige al baño, con esas viejas zapatillas marrones que han visto demasiados inviernos, pero que forman parte de sus rituales... A veces, ni siquiera la ducha, que termina de vez en cuando con un grito de agua helada... y, ya vestido de ser humano, se toma las vitaminas en la cocina, roba unos minutos al tiempo para hacerme cosquillas detrás de las orejas y, último de los rituales, comprueba que tenga suficiente comida y agua... antes de calzarse las botas de siete leguas, y salir de casa...

Solo puedo reconstruir su jornada por las cosas que me cuenta algunas veces, pero no debe de ser muy interesante... y desde luego, nota cuando su compañera no está... Lo sé, en el fondo, mi misión consiste en estar acechándole detrás de la puerta de la cocina, lanzarle un par de maullidos y quizás un zarpazo amistoso... Son pequeñas muestras de cariño por mi parte... pero que valora mucho más, pues serán las únicas que reciba en toda la tarde... Procuro que no pierda tiempo con la comida, y que se organice incluso para poner la lavadora al llegar a casa... y que la secadora llene de ruido la cocina durante la siesta...

Son un genuino felino de compañía... y sé cuando me necesitan... y mi mascota masculina está triste... Lleva un par de semanas que duerme mal, de noche, y de día... Solo escribe historias dramáticas... y son muchas más las que mueren en el tintero, ya que le cuesta concentrarse... Le gusta dormir la siesta conmigo, porque le doy calor en el flanco izquierdo, y mis ronroneos, y mis ronquidos, espantan las pesadillas... y la soledad... Y luego, según el tiempo que tarde en levantarse después de la siesta, puedo darme cuenta de hasta qué punto se siente mal... Como sean más de dos prórrogas de despertador, la cosa pinta mal...

Mi mascota masculina es animal de costumbres: una taza de té a media tarde, hacer algo en la casa (últimamente ha vuelto a planchar, olvidándose de la lesión de muñeca...), pero sobre todo, se dedica a escribir... y a leer... Ya no le apetece salir a la calle, ni siquiera a pasear por el Juan Carlos Iº... porque no quiere estar rodeado de gente... Mi casa, es decir, su casa, es su territorio favorito... aunque donde se siente más a gusto es en su despacho... también conocido por el apodo de "su leonera"... En los mundos de tinta encuentra la paz y el equilibrio... y también, pequeñas parcelas de amor... mientras escucha la radio...

Él no me lo quiere decir, pero sé que la culpa la tiene el mal de amores... Son demasiadas noches solo... Demasiadas dosis de tristeza... Demasiadas cosas en las que pensar... Por ejemplo, en las razones de su infelicidad... Las exteriores son fáciles de identificar: un trabajo que no le aporta casi nada (como no sea la presencia de su compañera y de un grupo de personas amables), vivir siempre a fin de mes (cortesía del gerente del hospital, que paga cuando le sale del moño), las ganas de tener éxito con sus libros (aunque el cuarto lo tiene un poco abandonado) y mil pequeños detalles de la convivencia, nunca sencilla entre personas tan distintas... y tan distantes...

Las causas interiores de la tristeza son más profundas... Pero tienen que ver con el aislamiento, la soledad, la pérdida de la ilusión, y la disminución de los sentimientos... Ya no hay caricias, ni besos, ni siquiera planes en común... Son dos extraños, cuyos caminos corrían paralelos un par de horas cada noche, antes de separarse... Y ni siquiera estaban juntos todo el tiempo, puesto que mi mascota femenina el dedica más tiempo al "face" y al "twenty" que a estar con él... Repetir esquemas, noche tras noche, resulta agotador... Robarle horas al sueño, para estar con ella, y que se encierre en su despacho... y se acuesta tan tarde, que él ni se entera...

Y luego, están los problemas de convivencia... me doy cuenta de que a él no le gusta recoger su ropa del suelo... por eso, a veces la llevo al cuarto de baño a zarpazo limpio... Pero no puedo hacer nada en otros aspectos... ¡Qué más quisiera yo, que tener la posibilidad de usar el retrete, como los gatos de buena familia!¡O ser capaz de poner lavadoras y secadoras!

Es su corazón el que llora... Y sueña, y escribe, sobre otros tiempos, más felices... Y busca consuelo en los mundos de tinta, donde todo es posible... Pero no con ella...

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