viernes, 16 de septiembre de 2011

DESDE MI VENTANA

Esperando, junto a la ventana, tu regreso, contando segundos, minutos y horas... Soñando, como siempre, con tu figura destacándose en el límite del prado, y con el movimiento rojo de amapolas, que se pliegan a tu paso como el viento... Recordando aquella mañana, de primavera... Al salir de casa, me besaste en los labios con tu mezcla de olores, after shave, colonia, pasta de dientes, y aquél sabor en tus labios, indefinible, pero muy tuyo, me hiciste cosquillas al besarme...

Acariciando tu cara, nunca entendí esa manía tuya de dejarte perilla y bigote, decías que era una cuestión de estética, de sentirte mejor... ¡Si para mí siempre estabas guapo, si yo nunca te pedía nada, salvo amor! Aquella triste mañana de marzo, tuve un mal presentimiento, con sabor a café con leche y croissan con mantequilla... No tenías que coger ese tren... Ni siquiera acercarte... Durante unos minutos, pensé que me habías hecho caso, cuando subiste al coche... Pero fue un trayecto muy corto, hasta la estación del cercanías... Cuando dieron la noticia en la radio, yo estaba tranquila, deseando que volvieras a casa, para estar juntos: era mi último día de vacaciones...

Nunca volviste... Empecé a llamar a la familia, a los amigos, a tus compañeros de trabajo, y según pasaban las horas, me puse más y más nerviosa... A primera hora de la tarde, mi hermano se vino a casa... Estaba con él, cuando me confirmaron la noticia... Una voz anónima me dijo que estabas muerto... Y me quedé, como siempre en tu ausencia... Tan sola, tan vacía, tan triste... Las horas pasaban, llegó el momento de tu regreso, y no volviste... ni entonces, ni nunca, mi amor...

Ibas en uno de los trenes de la muerte, y ella te estaba esperando, como a todos, en la estación de Atocha... el once de marzo... Tapado por una sábana, no me dejaron ni tan siquiera verte, ni abrazarte... ni besarte... robándome el último adiós... Dijeron que estabas demasiado desfigurado por las explosiones, que era mejor para mí recordarte tal y como estabas aquella mañana... Pero durante mucho tiempo, a pesar de las pruebas de ADN, me empeñé en creer que no estabas muerto, que un día cualquiera, volverías a casa, y sentiría tu cálido aliento en la nuca...

Han pasado las horas, los días... y los años... aunque yo empecé a morirme por dentro aquél 11 de marzo... Perdí las ganas de vivir, de comer, solo me apetecía dormir... Perdí también el bebé que llevaba en mi seno, quizás fuera lo mejor... puesto que no habría sabido cómo atenderle... Seguí trabajando en lo mismo de siempre, diseñando campañas de anuncios para los clientes de la agencia, participando en reuniones de víctimas del terrorismo, pero sin rehacer mi vida...

Pasaron los años, no muchos, y a mí también me capturó la Parca... mientras dormía... mas en el fondo, yo ya estaba muerta, sin tus abrazos, sin tu sonrisa canalla, sin tus besos... sin todas aquellas cosas por vivir...Yo pensaba que al menos, con la muerte, estaríamos juntos de nuevo, por siempre... Mas seguimos separados, tú no vuelves, y yo te sigo esperando, tras los cristales rotos deseando verte, por última vez, al caer la tarde, en el campo de amapolas...

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