miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿EL FINAL DEL AMOR?

"¿Supongo que esto es el final, verdad, amor?" Y me lo preguntas entre volutas de oscuro deseo, que todavía se desprenden de nuestros cuerpos, acalorados, sudorosos y resbaladizos... Y asiento... Mientras recorro perezosamente las cenizas del amor, que se han pegado fuertemente a tu piel de cariátide...

¿Cuántas veces me he perdido y encontrado en ti?¿Cuántas noches hemos perdido la cordura, y la fe, y la misma vida, entre sábanas de lino y algodón? ¿Recuerdas aquellos experimentos, con nata, chocolate, que muchas veces, directamente poníamos un mantel? Música... velas... incienso... hielo... fuego... bien... mal... Con todo hemos experimentado, probado, soñado... Pero al final, la monotonía, la tristeza, nos ha alcanzado...

Nuestros cuerpos ya se conocen tanto, que se funden, al amarnos... y me cuesta distinguir dónde terminas tú... Son tantos años juntos, tantos sueños, compar-tidos... sin embargo, hemos llegado al final, de todo, son tus ojos unos pozos sin fondo, en los que yo, por desgracia, no me reflejo... Y no tiene sentido seguir juntos más tiempo, es algo que los dos sabemos muy bien... Muerta la pasión, la ilusión y la esperanza, nuestros cuerpos no son más que cascarones vacíos, de los que hace tiempo desaparecieron las almas... Impulsados por la rutina, de vez en cuando nos refugiamos en la falsa pasión, en la falsa entrega, y en la falsa comunión de las almas... Pero es más por rutina, que por deseo... Por miedo a la soledad... A despertar en plena noche, y no tener más que los desiertos páramos de las sábanas, bajo la luna llena...

Es el síndrome del nido vacío... El de "más vale mal acompañado que solo"... La certeza de que, al escoger entre dos males, eliges el que menos daños te ocasiona... Y aguantas... y comulgas con ruedas de molino, como diría mi madre... y aceptas, una y otra vez, el inacabable chantaje de los sentimientos... pues la maldita soledad te aterra... Y te refugias en los mundos de tinta, y solo en ellos encuentras las fuerzas para seguir adelante, unos días más...

Y el silencio, culpable, se esparce a tu alrededor... convirtiendo mil preguntas sin respuesta... en una planicie helada, en la que afloran, de vez en cuando, sentimientos que se escapan a la mordaza que envuelve como zarcillos de niebla los gritos de tu alma...

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