miércoles, 21 de septiembre de 2011

QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA...

Otra visión angelical... que rompió mis esquemas... No se me ocurre otra manera de recordarla...

Primeros días del verano, fiesta en el instituto, demasiadas ganas de divertirme, a su lado, de estar con ella, Eloísa, con mi segundo gran amor... que sin embargo, jamás fue otra cosa que una gran amiga, de aprovechar la tarde, el ambiente relajado, aquella extraña camaradería de la que disfrutas cuando lo peor ha pasado, y me refiero a la dichosa Selectividad, y de alguna manera, lo que estás celebrando es el final de una etapa... y el principio de otra...

Las actividades, pensadas sobre todo para los más pequeños, estaban basadas en multitud de juegos: coger una manzana con la boca, dentro de un barreño de agua... Sostener una cuchara con la boca, manteniendo en precario equilibrio una pelota de ping-pong mientras haces una pista de obstáculos... Coger una moneda con la boca dentro de un plato lleno de harina (que se cambiaba periódicamente), y una turbamulta de actividades, incluyendo derribar botes de cerveza a pelotazos, algo de malabarismos, juegos de habilidad... y todo ello, en medio de un desorden ordenado, que vigilaban atentamente los profesores...

Nunca he sido una persona especialmente sociable, y si había accedido a participar en tan magno acontecimiento, era precisamente por estar con ella varias horas... Por eso, me sentó tan mal cuando me dijo: "¿Te importa que lleve a mi prima de Málaga? Es una chica encantadora, y le apetecía mucho pasar unos días conmigo en Madrid..." En aquél momento, me sentí traicionado, y mi mayor preocupación era encontrar alguna manera de librarme de la "primita"... Por eso, busqué una cabina telefónica (en aquellos tiempos, y me refiero a 1988, los teléfonos móviles no existían prácticamente...) y llamé a uno de mis escasos amigos y compañeros de clase, para pedirle que se dejase caer por allí, y se encargase él de entretener a la primita... Como todos los planes perfectamente elaborados, salió al revés...

Porque, desde el primer momento, me quedé absolutamente subyugado por Anastasia, la prima de Eloísa, mi "amiga especial", de quien llevaba tantos años (secretamente) enamorado... aunque el enamoramiento es en mí prácticamente una opción vital... Quizás Anastasia no fuera realmente hermosa ( por desgracia, casi todas las fotos que conservo son posteriores a aquella tarde de verano) mas en su conjunto, desprendía lo más parecido a una aureola de inocencia que he visto en toda mi vida... Su pelo, rizado con media melena, enmarcaba perfectamente su cara de muñeca, de ojos profundos de color castaño claro, nariz pequeña, boca grande de hermosos labios... Llevaba un top oscuro, cuyo color no recuerdo, una minifalda vaquera, y sandalias...

Como en los dibujos animados, mi campo focal se estrechó muchísimo, hasta el punto de que durante el resto de la tarde y parte de la noche, solo la veía, y escuchaba, a ella... Su acento malagueño me hacía sonreír, y me sentía a gusto con ella... Pasamos juntos varias horas, durante las cuales Eloísa y Fidel se aburrieron mortalmente... y optaron por no hablarme durante varios días, quizás para expresar su desagrado... Pero a mí, sus reacciones o sentimientos me eran completamente indiferentes, puesto que era consciente de disponer de muy poco tiempo para conocer a Anastasia...

Casualidades del destino, nos hicimos amigos, con aquella única tarde de sábado en Madrid... Y nos hemos estado escribiendo durante muchos años... Sus cartas, muchas de ellas vagamente perfumadas por su colonia, con los puntos sobre las íes tan grandes que parecían una pequeña "o", su letra de niña buena, se convirtieron durante varios años en el principal motivo de mis escasas alegrías...

En dos o tres ocasiones viajé a Málaga, las dos primeras en casa de sus padres (Anastasia me dejó su habitación), y la última de ellas, en el piso que compartía con su novio y un precioso perro, creo que era un Husky siberiano... De aquellos tres viajes conservo recuerdos difusos... Los huevos estrellados con patatas fritas que preparaba su madre... Las mañanas, perezosas, tomando el sol en la playa con su amiga Marjolein... Noches en la Feria, por la calle Larios, tomando "pescaíto" y bebiendo vino fino... Lo mucho que le gustaba a las dos bailar sevillanas, incluso vistiendo top de fantasía, pirata blanco y chancletas... mientras yo, con mis dos pies izquierdos, las miraba desde la barra, ahogando las penas en zumo de piña... algunos besos juguetones en la comisura de los labios, de madrugada... Ángel, su novio de aquél entonces, que trabajaba en un bar, y nos invitó a varias copas...

No, realmente no estuve enamorado de ella... Quizás "fascinado" fuera la palabra más adecuada, para el día en que nos conocimos... Con el paso del tiempo y mis tres visitas, los dos cambiamos, y Anastasia perdió el encanto de la primera adolescencia, igual que yo... Su mayor herencia fue el presentarme a Belarmina, mi quinto amor... De ella sí que me enamoré... pero esa es otra historia...

Pero hoy, he leído su nombre en el periódico... y las arenas del tiempo se han deslizado hacia atrás... De repente, me han asaltado los recuerdos... y la he visto de nuevo, como aquella lejana y primera vez, con su cabello rubio refulgiendo con los rayos del sol poniente... Y he comprendido que veinte años no es nada, para aquellos recuerdos que se han quedado anclados en el corazón...

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