miércoles, 21 de septiembre de 2011

MUJER EN LA VENTANA...

Mujer de ojos de cielo, de ojos de mar... veo tu hermosa cara, reflejada en el cristal, y miras, no sé, quizás al más allá... Hacia la gran ciudad que extiende sus galas de vieja furcia pordiosera, a pleno sol... Tu pelo, imposible maraña de cobrizos colores imposible de domesticar, se ha decidido, ¡por fin! a encuadrar tu rostro, como una segunda piel, y refulge con los rayos del sol... Yo solamente quería mirarte, estar allí, a tu lado, mientras contemplabas el mundo, rendido, a tus pies...

Son tantas las cosas que se pueden sentir, partiendo de una simple foto, quizás un poco desenfocada... Y te veo, quizás incluso como harían los navi de "Avatar"... veo más dentro y más lejos, incluso, que nuestra realidad... Recuerdo no solamente lo que sentí, y de alguna manera, siento todavía por ti; sino que veo más allá, todas aquellas cosas que me habría gustado experimentar a tu lado... Siempre me ha gustado tu nariz, sabes, y tus labios, quizás un poquito finos, que nunca llegué a besar... y esa seguirá siendo, por siempre, una de mis asignaturas pendientes...

El sol te acaricia, con suavidad, y tu reflejo parece alzarse por encima del mundo, de los coches que circulan por la calle, tantos y tantos metros por debajo de ti... y me encantaría poder decir, "de nosotros"... Porque es posible que nunca antes te haya visto más hermosa, que en aquél reflejo...

Amistad, es cierto, aquél era tu límite, era todo lo que me podías dar... Y, sin embargo, yo siempre quise más... Estar más tiempo a tu lado, convertirme en la presencia amiga, mientras que notaba una fuerte corriente eléctrica, cada vez que nuestras manos se rozaban... Es sencillo enamorarse, en el fondo, se trata de ejercitar la voluntad... Y mucho más cuando el amor no deja de ser la mejor alternativa frente a la soledad... Por eso, cada vez que nos escapábamos al cine en vez de ir a clase de latín (aquella sesión privada de "Star Treck"...), o nos íbamos a comer a "La botella de Pepe", donde servían unas maravillosas "Crêpes" saladas (aunque yo prefería las dulces), el tiempo dejaba de funcionar...

El amor amistoso, divertida mezcla que no es ni carne ni pescado emocionalmente hablando, y que genera extraños compañeros de cama, igual que la política... De todas formas, era la solución perfecta... Dos solitarios, que necesitan un amigo, una persona en quien confiar, y juegan por lo tanto entre los límites de sentimientos fronterizos... Muchas veces, demasiadas, tenía que recordarme a mí mismo que eras mi amiga, de hecho, mi mejor amiga, a la vez que mi refugio frente a la adversidad, y sobre todo, frente a la soledad...

Te miraba, en silencio, la forma en que movías las manos mientras hablabas, para darle mayor énfasis a tus pensamientos... o cómo me estremecía cada vez que me tocabas, que me cogías la mano, o pasabas tu brazo sobre mis hombros... Escribo, sobre el pasado, mientras veo tu foto... y recuerdo... mil recuerdos falsos e imposibles... Sobre todo, porque mientras yo estuve perdidamente enamorado de ti durante muchos años... tu jamás lo estuviste de mí... Sentimientos, tremendos, fuertes, contenidos, una vez más, la noción de "control", de no rebasar los límites, pero que se quedaban sin ninguna respuesta por tu parte... Porque no se puede jugar con los temas del corazón...

Y por eso, esta noche, en el limbo entre dos días, y entre dos años, mientras miro tu fotografía reflejada en el cristal, me apetece, necesito más bien, explorar entre recuerdos... de lo que pudo haber sido... y nunca fue...

¿Cuándo te besé, por vez primera, en los labios? Posiblemente, una de tantas noches, en que te acompañé a tu piso, después de haber cenado, quizás incluso con un par de copas de Lambrusco, y quizás incluso con el regusto a ensalada de tomate y mozzarela para compartir, y una "pizza cuatro stagioni", además de un postre para cada uno... Y tus labios, en aquél beso, tendrían sobre todo el sabor del deseo largo tiempo alimentado... Y posiblemente, después de aquél beso, torpe y desmañado (puesto que un ósculo a los once años no tiene demasiado valor testimonial...), vendría otro, y otro más...

¿Cuándo te acaricié, como solo los amantes saben hacerlo? Quizás un par de noches después del beso... Recorrer tu hermosa carita con el dorso de la mano, acariciarte desde los ojos hasta el cuello, y notar la tersura de tu piel... y sobre todo, la total ausencia de maquillaje... Esa era una de las cosas que más me gustaban de ti... y me siguen gustando...

¿Cuándo te convencí para que nos diéramos una oportunidad en el amor? Es difícil precisarlo... En mi caso, ya estaba acostumbrado a adorarte, a respetarte, a soñar despierto contigo... Pero tú... bueno, me solías mirar, sonriendo un poquito, quizás pensando... "¿Y por qué no?" Habría sido cuestión de porcentajes: yo no te podía seguir amando al noventa por ciento, mientras que tú rellenabas, de amistad, el diez por ciento restante... Supongo, de todas formas, que para el bien de esta historia, finalmente me habrías dado una oportunidad...

De cuándo hicimos el amor por primera vez... prefiero no hablar, que de todas formas, son cosas de pareja... Aunque lo más posible es que hubiera sido en tu piso, al que te mudaste cuando comenzaste a estudiar la Universidad... Nunca me ha gustado tener prisas en ese sentido, ni verme sujeto a premuras de tiempo y espacio por el inminente regreso de los padres... Pero es cierto que me habría encantado pasar la noche contigo, y despertarme a tu lado...

¿Que si habríamos vivido juntos? Me habría encantado, aunque por aquél entonces, yo estaba con el doctorado, y por lo tanto, sin un duro... Posiblemente lo habría mandado a paseo, y habría empezado a trabajar de cualquier cosa (menos de político y de sexador de pollos), para poder seguir juntos... O quizás habría sido mucho mejor seguir como al principio, y pasar juntos las vacaciones y los fines de semana, por ejemplo...

¿Habríamos viajado mucho? Es posible, a los dos siempre nos gustó viajar, igual que nuestras familias...

Más y más futuribles, más ideas, se van amontonando lentamente en la punta de mis dedos, mientras escribo y pienso en una historia de amor... que nunca fue... Muchas dudas, demasiadas, sobre posibles alternativas vitales entre nosotros... quien sabe... Pero la única certeza en este momento, es que al mirar tu foto reflejada en la ventana, en la que me pareces más hermosa que nunca... Noto que se me viene encima el peso de mil encrucijadas vitales... y siento unos celos, tremendos, de la persona que está en tu habitación del hotel, haciéndote la foto.... Porque no soy yo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.