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viernes, 30 de marzo de 2012

DE LO EXQUISITAMENTE IMPERFECTO...


Nunca he creído en la perfección, ni que fuera deseable... Dame un ser perfecto, y tendrás al más aburrido del universo, porque nunca hará nada para intentar mejorarse, ni tan siquiera para permanecer inalterable en el tiempo y el espacio... Enséñame una mujer que, por sus exquisitas curvas y rectas, alcance el rango de Diosa del Olimpo, y yo desvelaré para ti la muestra de mil y una cirugías, composturas, arreglos...

No me gustan las mujeres ni los hombres recauchutados, y por eso, sospecho, recelo, investigo, husmeo, hasta que detrás de tanta capa superpuesta de absoluta y aparente belleza, encuentro demasiadas veces almas muertas, cascarones vacíos carentes de todo interés, salvo el puramente estético... ¿Quién desea despertarse, mes tras mes, año tras año, al lado de una muñeca de plástico, con labios al "botox" y párpados de colágeno planchado?¿Y más aún sabiendo que nada en ella es auténtico, verdadero? ¿Que cuando la conociste, tenía una 85-B... y ahora una 110?

Y lo que es peor... siendo consciente de que por ti, siempre pasará el tiempo... Y que al final, tendrás que someterte, tú también, a los dictados del bisturí... Unas veces, para implantarte pelo, cabello a cabello, en una lucha perdida de antemano contra la gravedad, y contra el tiempo... O teñirte el pelo de color negro ala de cuervo... Otras, para quitarte arrugas, patas de gallo, surcos provocados por la risa... Torturado por monitores sádicos, o gastando enormes cantidades de dinero  Y terminarás siendo tan falso como ella... Y tendrás una cara tan maravillosa que en tu funeral, podrá asumir que de verdad estás muerto... Incluso los pequeños gusanos, mientras devoran lentamente tus restos, tendrán que ir apartando, como en el caso de tu señora, lo natural de lo artificial, lo genuino de lo adulterado...

Por eso, cuando la ví por primera vez, durmiendo tranquilamente en el vagón del Metro, tuve ciertas dudas sobre ella, para mí era perfecta... y lo sigue siendo... Pues nuestras miradas se cruzaron al entrar en la estación, y pisamos juntos el andén... Allí, nuestros caminos se separaron durante un tiempo... Media hora, más o menos, pues tú eras la nueva compañera de quien me habían hablado, que se incorporaba desde la sucursal en La Moraleja...

Y yo me sentía confuso, intimidado, a pesar de tu cordialidad, de tu buen carácter, de tu hermosura, del interés que ponías en aprender las peculiaridades del centro, del trabajo... Pero yo seguía estando inquieto, porque tú encarnabas perfectamente mi ideal de mujer: morena, ojos negros, pelo largo, labios turgentes, nariz pequeña, una noventa de pecho, piernas largas y torneadas...

Eras casi demasiado perfecta para ser real... o al menos, recomendable... Por eso, hasta que no pasaron dos semanas, y no viniste al trabajo con una blusa un poco escotada, y te inclinaste sobre mí, no pude ver el dulce secreto que escondían tus senos... Pues allí, justo en el limbo entre la copa y tu níveo pecho izquierdo, asomaba un lunar negro... Y yo me quedé prendado de él... pues en ti, era el detalle exquisitamente imperfecto que, sacándote del Olimpo de las diosas, te volvía perfectamente humana... Y no pude evitar que mis labios se fruncieran en una gran sonrisa...

UN PEQUEÑO VIAJE DE NEGOCIOS...


Nunca he tenido demasiados problemas en contar historias, y precisamente hoy, cuando estamos solos por última vez, no tiene demasiado sentido el que me ande con remilgos, ¿verdad? Los putos convencionalismos, el "qué dirán", siempre ahí, siempre pendientes, dispuestos para exterminar cualquier sentimiento poco "ético", poco "correcto"... y si a continuación metemos la "moral", soy capaz de vomitar...


Tantos años juntas, tantos viajes, tantos cines, tantas experiencias, tanto trabajar juntas en la misma empresa... y al final resulta que es contigo con quien he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida... Pero tú solamente me has visto como amiga... Y yo a tí... al menos, hasta esta noche... Supongo que es algo que tenía que suceder, ¿verdad? Y no me arrepiento de que haya sucedido precisamente esta noche, cuando hemos tenido que coger la única habitación de hotel que estaba libre... y era precisamente una con cama de matrimonio... Y chimenea... Por supuesto, ninguna de las dos pensaba que algo podría llegar a suceder entre nosotras, que pasamos la adolescencia compitiendo por los mismos chicos, por las mismas ropas, los mismos sueños... Y aquí estamos las dos, mientras tú duermes desnuda entre las sábanas, y yo te contemplo desde el balcón abierto... Creo que nunca antes una mujer me había parecido tan hermosa como tú, juego de luces y sombras sobre las sábanas... Quisiera que esta noche no terminase nunca... pero dentro de pocas horas regresaremos a la rutina, al trabajo, a nuestras "pequeñas familias perfectas", incluyendo hijos, perros y gatos... y lo que hemos compartido será un sueño de una noche de Otoño...

Las negociaciones para conseguir la nueva cuenta de publicidad nos llevaron más tiempo del que pensábamos, y al final resultó que no era posible volver a Madrid en el día... El cliente, una importante marca de cosméticos, deseaba a toda costa que le expusieramos la nueva imagen de la empresa, los nuevos espots sobre los que llevabamos tanto tiempo trabajando (casi tres meses), durante una comida "informal" en su oficina, que trajeron directamente desde el mejor restaurante de la ciudad... Al final, lo conseguimos, incrementando nuestro porcentaje de beneficios... Y tú te empeñaste en celebrarlo "a lo grande", aprovechando los tratamientos especiales de relax y belleza del hotel... aunque eso implicase asaltar literalmente la sección de bikinis del centro comercial, y comprar al mismo tiempo ropa interior, camisones, medias, cepillo de dientes...

Después de una jornada tan intensa, fue una auténtica maravilla el meterse en la serie de piscinas que, durante una hora y media, configuraban el circuito termal... y con las distintas temperaturas, burbujas, efectos, yo iba notando que desaparecía el cansancio de mi cuerpo... y del tuyo... pues incluso eso se nota siempre en tus inmensos ojos negros (y tu pelo rubio), que representan un contraste tan grande con mis ojos verdes (y mi melena negra)... Tal vez por eso funcionamos tan bien en equipo, porque nuestra personalidad, nuestra inteligencia, se ve potenciada cuando la gente se guía solamente por nuestra belleza... Vale, es cierto, con tanto tiempo viendote a mi lado, con ese exiguo bikini que tan poco espacio dejaba a la imaginación, yo me preguntaba si llevarías las ingles brasileñas, o las integrales... Ahora lo sé... Pero fue sobre todo durante el masaje con chocolate tibio, cuando nos desnudaron a las dos sobre las camillas, separadas escasamente por un biombo de lino, y mientras notaba esas manos de mujer que recorrían mi cuerpo sin vergüenza ni tabúes, pero al mismo tiempo sin un ápice de deseo, fue entonces cuando imaginé lo que sentiría si fueran las de otra persona, las de mi marido... o las tuyas...

Lo único malo de ese tipo de masaje, es que después se hace imperiosamente necesaria otra ducha... y un cuarto de hora en el jacuzzi, de agua caliente, contigo bien cerca... Y subimos a la habitación... Alguien, después nos enteramos de que fue el cliente, ha pensado en obsequiarnos con un pequeño aperitivo, con jamón serrano, distintas clases de quesos, de embutidos, y una botella de excelente cava catalán y otra de vino de Rueda, y un cesto de fresas... Como las adolescentes que en el fondo seguimos siendo (aunque con algunas patas de gallo, vale, y alguna pequeña estría por los embarazos), no nos molestamos en vestirnos, el albornoz, ligeramente perfumado con el olor de la canela, nos parece suficiente ropa... Acercamos la mesita a la cama, y nos tumbamos sobre ella... Desde allí, vemos el paisaje exterior, algunos pinos, los prados, las colinas más allá, y en el horizonte se perfilan las primeras estrellas... Entre risas, recordando viejos momentos, otras situaciones, otras personas, vamos comiendo tranquilamente, aquella noche cenaremos en la habitación, no hay prisas, estamos relajadas... Todo empezó con las fresas... bueno, y con el vino... afrutado, con ese deje rústico, cálido, suave... que tan bien pegaba con el surtido de ibéricos... Nosotras, que no solemos beber, disfrutamos gustosamente con lo que se nos ofrece... Pero cuando llegamos al cava... y a las fresas...

Al beber, te atragantas, a media carcajada... y el cava, brillante, espumoso, empieza a correr entre tus senos, estás tumbada boca arriba, con el albornoz blanco escasamente ceñido sobre la cintura... Y algo has visto en mi mirada, algo has sentido en mi interior, y en tu interior, latiendo, palpitando, pues suavemente has inclinado mi cabeza sobre tu pecho, orientandola dulcemente para que pudiera beber el cava derramado... Y así lo hice, sin pudor alguno, como si fuera lo más natural del mundo entre dos amigas que llevan toda la vida juntas... Pero no nos quedamos allí, mis labios, sedientos de tí, han ido apartando los pliegues de tu albornoz, hasta dejarte, desnuda, anhelante, ligeramente nerviosa sobre la doble capa de la gruesa colcha, con tu cuerpo bañado por la doble luz del fuego y de la luna y las estrellas... Tu cuerpo jamás me ha parecido tan hermoso, quizás porque aquella noche, no te miraba solamente como una mujer, sino como una amante... Pero antes de hacer cualquier otra cosa, te has asegurado de dejarme también a mí, desnuda, tendida a tu lado, convertida en una maraña de deseos, de pensamientos, de ideas... Y especialmente, con hambre de sentir, de experimentar...

Durante unos minutos, simplemente nos mirábamos, sin hacer nada, comparando, quizás, de manera incosciente, las diferencias, y los parecidos, entre nuestros cuerpos, las huellas que había ido dejando en ellos el tiempo, la cicatriz de mi apéndice contrasta fuertemente con la de tu rodilla (ese menisco cruzado...), alguna que otra estría del embarazo de Pablito... Incorporándote levemente, mi 85-B se queda pequeña frente a tu 100-B, y entonces eres tú quien, con ese brillo tan especial en los ojos, viertes un reguero de cava desde mis pechos hasta mi monte de venus (aquella noche, sobre todo, me alegré de haber hecho caso a mi marido, depilándome por completo)... y en cuanto empecé a sentir tu lengua, tus labios, tu boca entera sobre mis pechos, y mil roces y caricias, creí enloquecer, no solamente por lo que me estabas haciendo, sino por quién eras, por todo lo que representabas para mí... Y llegaste a mi monte de venus, y empezaste a escalarlo, lenta y concienzudamente, vertiendo ocasionalmente unas gotas de cava, que se abrían paso hacia dentro, y se mezclaba con mis orgasmos... hasta que finalmente, con una brutal erupción y un poderoso gemido que intentaste vanamente de contener entre mis labios con tus dedos, descansé unos minutos...
Antes de empezar a amarte...

Ha sido una noche mágica, especial, dos amigas, dos viejas amigas, que descubren, juntas, que todavía les queda mucho camino por delante, muchas cosas por hacer, por sentir, por experimentar... Jamás, insisto, Jamás he gozado con ninguna otra persona como durante estas horas... He recorrido tu cuerpo, cada centímetro, con la lengua, con los labios, he bebido en tu copa el cava, hasta que se termiñó... y con la precaución de no manchar mucho, he derramado sobre tí un chorro de chocolate tibio, desde tu mano derecha hasta tu pie izquierdo... y mi lengua, juguetona, no ha dejado nada... Y he repetido.... Han sido varias horas, de juegos, de caricias, de explorar con todo el cuerpo y con toda el alma, el cuerpo y el alma de otra mujer, entre besos de mariposa, y besos largos, profundos, febriles, ansiosos... y algún que otro chupetón difícil de justificar, me temo...

Y tú duermes... y yo desearía poder acurrucarme a tu lado, y disfrutar de tu cuerpo,, y detener el tiempo, y congelar la noche, para volver a disfrutar otra vez de tí... Y tú de mí... No, no quiero dormir, quiero memorizar cada lunar, cada minúscula arruga, trazar el mapa de tu ser... Pues tengo miedo de que estas horas doradas desaparezcan... Pero mejor dejo ya de pensar...

Acabas de abrir los ojos, y me has mirado, y la magia reside en tu ser... Y me tiendo a tu lado... Mientras mi cuerpo, desnudo, se funde con el tuyo, bajo las sábanas... Y las dos tenemos la misma sonrisa cómplice... porque nos hemos dado cuenta de que hoy es sábado... y realmente el mundo no se va a parar porque nosotras dediquemos algunas horas a estar juntas... a disfrutar de nosotras... de la sauna, de la cura de relax, del circuito termal... y hasta el domingo por la tarde (una de las primeras cosas que hemos hecho esta mañana ha sido ampliar la estancia) todavía nos queda mucho tiempo para el placer... Pues posiblemente, nadie hay mejor para saber dar placer a una mujer... que otra mujer... Y por eso mismo, sin haber dicho ninguna palabra (¿los pequeños gemidos de placer se consideran palabras?), tenemos bastante claro que ocasionalmente, lo dejaremos todo atrás, para realizar un pequeño viaje de negocios... y seguir explorando... los mundos de Safo...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Y LA MUSA SE HIZO CARNE...

Sobre la cama, anhelante, ella me espera... es mi musa, de larga cabellera negra, hermosos y turgentes labios, ojos negros, y cuerpo de diosa (al menos, para mí es perfecta...) que ha llegado, de alguna manera, hasta aquí... cruzando la barrera entre los mundos... algo que yo jamás imaginé que fuera posible realizar... Pero ella, mi amada musa, lo ha conseguido... Y la imaginación se ha vuelto carne, y hueso, y pelo, y sangre...
Tanto tiempo juntos, tantas noches hablando de lo humano y de lo divino, que por suerte incluso en el Universo de las Musas tienen internet... Tantos sentimientos compartidos... Tantos anhelos, sobre todo, y deseos, y frustraciones, y tristezas... Tantas veces que he llorado en su regazo, porque los hombres también lloran, y el que diga lo contrario, me temo que está equivocado... Tantos amaneceres insomnes, hablándole de mi mujer ideal, de sus medidas, sus formas, sus curvas y sus rectas y, sobre todo, de cosas tan "extrañas" como el amor, la tristeza, y sobre todo, la soledad... Tanto comentarle hasta qué punto ella era la única mujer con la que me sentía realmente bien, satisfecho y en paz... que, de alguna manera, terminé enamorándome de ella, como ya os he ido contando en las otras entradas del blog...

Pero este enamoramiento, por desgracia, me ha costado caro... porque no existe mujer sobre la tierra, que se pueda comparar con la musa, nacida de la imaginación, del corazón, de un poeta... Sencillamente, es imposible, porque en tus lúcidos delirios, la estás dotando de todas aquellas cualidades que consideras esenciales en una mujer: que sea tierna, pero no blanda; que tenga carácter, puesto que estás harto de mosquitas muertas; que sea trabajadora, y madrugadora; que comprenda tus sentimientos sin necesidad de palabras; que responda con pasión a la pasión de tu mirada (que no es lo mismo que por compasión y sin mirarte a la cara); que termine tus frases; que adivine tus sentimientos; y, por encima de todo, que te ame al menos tanto como tú la amas a ella...

Si todo hubiera terminado aquí, con una simple declaración de intenciones, con un enamoramiento platónico e irrealizable, pero que al mismo tiempo se pueda escudar en la imposibilidad de realizarlo... Pero ella, mi amada musa, decidió complicar las cosas...

Puesto que también se enamoro de mí, no solamente de la parte pública, de la simple apariencia; ya sabes, periodista soñador recién entrado en cuarentena, con un gato negro y una mujer por mascotas, con demasiadas toneladas de desilusiones en las espaldas... Mi Musa ha sido capaz de ver mucho más, me ha acompañado por los senderos tenebrosos de mis mundos de tinta en las horas bajas.. Pero también entre las etéreas nubes durante los fugaces momentos de éxtasis y de felicidad...

Quizás era algo que tenía que pasar, lo repito... porque ella se enamoró de mí... de un simple mortal... Y ha escogido pasar una tarde conmigo... mas dentro de una envoltura de carne cálida, viva, acogedora y, sobre todo, inmensamente real... Os podréis imaginar mi sorpresa, cuando he llegado a casa, después del trabajo, ansiando darme una ducha, comer algo, y dormir la siesta con nuestro gato compartido... Y me la he encontrado tal y como la veis, en ropa interior, con su maravilloso cuerpo estirado lánguidamente sobre la cama... y una mirada y una sonrisa que dejaban escaso lugar para la duda...

Ha sido, para mí, un tremendo impacto, el encontrarme cara a cara y cuerpo a cuerpo con mi musa, puesto que la reconocí desde el primer momento... puesto que de todas formas, la había soñado yo... Incluso su voz era exactamente como yo la imaginaba, con una mezcla entre sensualidad y leve ronquera, que al pronunciar aquellas tres palabras me hizo estremecer hasta los sótanos del alma: "Ven... y bésame..."

Y yo le hice caso... Y me arrodillé a su lado, al pie de la cama... Y me acerqué a ella... Y acaricié levemente su sedoso cabello negro... Y, aprovechándome de que tenía los ojos cerrados, la besé... en la frente...

Sorprendida por el destino de mi único beso, abrió los ojos, y en ellos pude leer tantas cosas: tristeza, incredulidad, decepción, deseo, frustración... Y, girándose levemente para reclinar la barbilla sobre sus manos, lo que me permitió comprobar que su culo era el más hermoso que he visto jamás, dijo otras dos palabras: "¿Por qué?"... que de todas formas en su interior contenían implícitas otras muchas: ¿Por qué no me amas?... ¿por qué no me deseas?... ¿por qué no me quieres?¿Acaso no me encuentras hermosa?¿No soy como me habías imaginado?¿Porque eres feliz con tu vida?

Yo la deseaba, es cierto, por supuesto, más que a ninguna otra mujer sobre la Tierra, y era perfectamente consciente de que estaba a punto de tomar una decisión que me cambiaría muchos aspectos de mi vida... Puesto que sin una sola palabra, la arropé suavemente con la colcha, y me tumbé a su lado sobre la cama... y hablamos... y ella lloró... y yo lloré... hasta el gato, que se había recostado a su lado, lloró...

Pero tomé una decisión: le dije la verdad... Que se lo agradecía muchísimo, el que hubiera bajado hasta mi mundo, encarnándose en la mujer más hermosa y exquisita que había visto jamás... Que, por supuesto, la deseaba... y que me habría sentido inmensamente feliz de habernos amado, aquella tarde de martes... Pero que realmente, no era posible... Nunca lo había sido... porque ella era mi Musa, mi inspiración, mi sueño, mi amor imposible... y precisamente por eso, todo tendría que seguir como hasta ahora... ¡Dios, fue un momento muy amargo, una decisión super complicada! Y, sin embargo, la única posible: que siempre siguiera siendo un ideal amoroso, espiritual, la inspiración para mis mejores poemas, y para casi todas mis historias de amor...

Al menos, pasamos la tarde juntos... Me di una buena ducha, para quitarme de encima el olor del uniforme, y cambiarme de ropa... Cosa que hice en mi cuarto de baño, mientras ella, intrigada por las funciones de su nuevo cuerpo, se bañaba y se reía como una chiquilla por el cosquilleo de las burbujas en la bañera de agua caliente... Yo le había puesto un juego limpio de toallas, además de un cómodo chandal y una camiseta para ir a dar un paseo, y unas playeras de mi mujer...

Y mi Musa estaba guapísima con sus ropas prestadas, con la melena recogida en una cola de caballo... Teníamos muchas cosas que decirnos, que contarnos, y habría sido bastante estúpido el quedarnos toda la tarde en casa, cuando ella iba a disfrutar solamente de tres a diez de su cuerpo de humana... Una ligera llovizna nos garantizaba que no habría demasiada gente por las calles... Estaba tan feliz, caminando cogidos de la mano, que sonreía... sonreía tanto, que reflejaba y multiplicaba exponencialmente los rayos de sol, deslumbrando al mundo... El Parque del Capricho, abierto por ser festivo, La Almudena, me llamaba... y estuvimos paseando más de una hora, mientras el reloj corría en contra nuestra... Todo era nuevo para ella, porque las Musas son espíritus, no humanas: el sonido de las hojas en los árboles... los cadenciosos murmullos del viento... el olor a tierra mojada, a humus, y quizás también a muerte... Y los colores del otoño, en todo su esplendor...

Con algo de hambre, nos fuimos a merendar a una chocolatería del barrio... y se quemó un poco la lengua... se tuvo que beber del tirón un enorme vaso de agua... Luego entramos en la librería de mi amiga Milagros, donde estuvimos hablando de Literatura, de música, y de mil cosas...Terminamos la tarde en casa, viendo "Ghost", abrazados, en el sofá... y compartiendo el rollo de papel higiénico y bol de palomitas... Fue entonces cuando ella descubrió que no se podía reír comer palomitas a la vez... Al final, me atraganté yo también, nos entró la risa floja, justamente en uno de los momentos más emotivos de la película (cuando suena la canción, y Demi Moore está haciendo el jarrón de barro, y se acerca Patrick Swayze, ya sabéis, con "Unchained Melody" de fondo), por lo que tuvimos que ver de nuevo aquél trocito...

Y nos dieron las nueve y media de la noche... y seguíamos hablando sobre la película, sobre el amor, los poetas, las musas, los sueños... y sobre nosotros mismos... Y llegó el momento que, en el fondo, los dos temíamos: el de la despedida... Nos levantamos del sofá, nos dimos un fuerte abrazo... ella buscó mis labios... y yo los de ella... Y nos besamos, en silencio, por segunda vez, con los ojos abiertos... Y luego, con una última caricia, se desvaneció delante de mis ojos... Mi chandal nuevo se deshinchó entre mis manos... igual que la camiseta de los Templarios... Una bocanada de aire levemente perfumado (¿rosas, gardenias, almizcle?) fue lo único que me quedó de ella... Con el máximo cuidado, embolsé por separado todas aquellas prendas que ella había tocado, menos las zapatillas de mi mujer, y las guardé dentro del arcón del despacho...

Un cálido baño de agua bien caliente con espuma... Dos besos... Varios abrazos... Un romántico paseo por el Parque del Capricho... Merendar chocolate con churros... Y luego, compartir una maravillosa película romántica... Aquella fue la tarde que compartí con mi musa... Fue todo lo que pasó, ni más ni menos... Puesto que, no lo olvidemos, ella era, es y será... por siempre... mi Musa...

MUJER EN LA VENTANA...

Mujer de ojos de cielo, de ojos de mar... veo tu hermosa cara, reflejada en el cristal, y miras, no sé, quizás al más allá... Hacia la gran ciudad que extiende sus galas de vieja furcia pordiosera, a pleno sol... Tu pelo, imposible maraña de cobrizos colores imposible de domesticar, se ha decidido, ¡por fin! a encuadrar tu rostro, como una segunda piel, y refulge con los rayos del sol... Yo solamente quería mirarte, estar allí, a tu lado, mientras contemplabas el mundo, rendido, a tus pies...

Son tantas las cosas que se pueden sentir, partiendo de una simple foto, quizás un poco desenfocada... Y te veo, quizás incluso como harían los navi de "Avatar"... veo más dentro y más lejos, incluso, que nuestra realidad... Recuerdo no solamente lo que sentí, y de alguna manera, siento todavía por ti; sino que veo más allá, todas aquellas cosas que me habría gustado experimentar a tu lado... Siempre me ha gustado tu nariz, sabes, y tus labios, quizás un poquito finos, que nunca llegué a besar... y esa seguirá siendo, por siempre, una de mis asignaturas pendientes...

El sol te acaricia, con suavidad, y tu reflejo parece alzarse por encima del mundo, de los coches que circulan por la calle, tantos y tantos metros por debajo de ti... y me encantaría poder decir, "de nosotros"... Porque es posible que nunca antes te haya visto más hermosa, que en aquél reflejo...

Amistad, es cierto, aquél era tu límite, era todo lo que me podías dar... Y, sin embargo, yo siempre quise más... Estar más tiempo a tu lado, convertirme en la presencia amiga, mientras que notaba una fuerte corriente eléctrica, cada vez que nuestras manos se rozaban... Es sencillo enamorarse, en el fondo, se trata de ejercitar la voluntad... Y mucho más cuando el amor no deja de ser la mejor alternativa frente a la soledad... Por eso, cada vez que nos escapábamos al cine en vez de ir a clase de latín (aquella sesión privada de "Star Treck"...), o nos íbamos a comer a "La botella de Pepe", donde servían unas maravillosas "Crêpes" saladas (aunque yo prefería las dulces), el tiempo dejaba de funcionar...

El amor amistoso, divertida mezcla que no es ni carne ni pescado emocionalmente hablando, y que genera extraños compañeros de cama, igual que la política... De todas formas, era la solución perfecta... Dos solitarios, que necesitan un amigo, una persona en quien confiar, y juegan por lo tanto entre los límites de sentimientos fronterizos... Muchas veces, demasiadas, tenía que recordarme a mí mismo que eras mi amiga, de hecho, mi mejor amiga, a la vez que mi refugio frente a la adversidad, y sobre todo, frente a la soledad...

Te miraba, en silencio, la forma en que movías las manos mientras hablabas, para darle mayor énfasis a tus pensamientos... o cómo me estremecía cada vez que me tocabas, que me cogías la mano, o pasabas tu brazo sobre mis hombros... Escribo, sobre el pasado, mientras veo tu foto... y recuerdo... mil recuerdos falsos e imposibles... Sobre todo, porque mientras yo estuve perdidamente enamorado de ti durante muchos años... tu jamás lo estuviste de mí... Sentimientos, tremendos, fuertes, contenidos, una vez más, la noción de "control", de no rebasar los límites, pero que se quedaban sin ninguna respuesta por tu parte... Porque no se puede jugar con los temas del corazón...

Y por eso, esta noche, en el limbo entre dos días, y entre dos años, mientras miro tu fotografía reflejada en el cristal, me apetece, necesito más bien, explorar entre recuerdos... de lo que pudo haber sido... y nunca fue...

¿Cuándo te besé, por vez primera, en los labios? Posiblemente, una de tantas noches, en que te acompañé a tu piso, después de haber cenado, quizás incluso con un par de copas de Lambrusco, y quizás incluso con el regusto a ensalada de tomate y mozzarela para compartir, y una "pizza cuatro stagioni", además de un postre para cada uno... Y tus labios, en aquél beso, tendrían sobre todo el sabor del deseo largo tiempo alimentado... Y posiblemente, después de aquél beso, torpe y desmañado (puesto que un ósculo a los once años no tiene demasiado valor testimonial...), vendría otro, y otro más...

¿Cuándo te acaricié, como solo los amantes saben hacerlo? Quizás un par de noches después del beso... Recorrer tu hermosa carita con el dorso de la mano, acariciarte desde los ojos hasta el cuello, y notar la tersura de tu piel... y sobre todo, la total ausencia de maquillaje... Esa era una de las cosas que más me gustaban de ti... y me siguen gustando...

¿Cuándo te convencí para que nos diéramos una oportunidad en el amor? Es difícil precisarlo... En mi caso, ya estaba acostumbrado a adorarte, a respetarte, a soñar despierto contigo... Pero tú... bueno, me solías mirar, sonriendo un poquito, quizás pensando... "¿Y por qué no?" Habría sido cuestión de porcentajes: yo no te podía seguir amando al noventa por ciento, mientras que tú rellenabas, de amistad, el diez por ciento restante... Supongo, de todas formas, que para el bien de esta historia, finalmente me habrías dado una oportunidad...

De cuándo hicimos el amor por primera vez... prefiero no hablar, que de todas formas, son cosas de pareja... Aunque lo más posible es que hubiera sido en tu piso, al que te mudaste cuando comenzaste a estudiar la Universidad... Nunca me ha gustado tener prisas en ese sentido, ni verme sujeto a premuras de tiempo y espacio por el inminente regreso de los padres... Pero es cierto que me habría encantado pasar la noche contigo, y despertarme a tu lado...

¿Que si habríamos vivido juntos? Me habría encantado, aunque por aquél entonces, yo estaba con el doctorado, y por lo tanto, sin un duro... Posiblemente lo habría mandado a paseo, y habría empezado a trabajar de cualquier cosa (menos de político y de sexador de pollos), para poder seguir juntos... O quizás habría sido mucho mejor seguir como al principio, y pasar juntos las vacaciones y los fines de semana, por ejemplo...

¿Habríamos viajado mucho? Es posible, a los dos siempre nos gustó viajar, igual que nuestras familias...

Más y más futuribles, más ideas, se van amontonando lentamente en la punta de mis dedos, mientras escribo y pienso en una historia de amor... que nunca fue... Muchas dudas, demasiadas, sobre posibles alternativas vitales entre nosotros... quien sabe... Pero la única certeza en este momento, es que al mirar tu foto reflejada en la ventana, en la que me pareces más hermosa que nunca... Noto que se me viene encima el peso de mil encrucijadas vitales... y siento unos celos, tremendos, de la persona que está en tu habitación del hotel, haciéndote la foto.... Porque no soy yo...

domingo, 18 de septiembre de 2011

LOS TEMIBLES ISIS

No nos engañemos: a nadie le gustan las historias que no tienen un final, aunque éste no sea precisamente feliz... Y si se trata de un tema (senti)mental, mucho menos... Al menos,es lo que me pasa a mí... y por eso, cada cierto tiempo, escribo en modo casi automático algún cuento sobre aquellos amores pretéritos y, por supuesto, imposibles y en gran parte olvidados... Por eso, y aunque sea con la justa dosis de nostalgia y de masoquismo "light" que nace de los viejos recuerdos, intento imaginar otros presentes, y otros pasados, distintos...

En mi DNI, tendrían que poner: "Estado civil: enamorado del aire", y en profesión, "romántico empedernido", al menos, para esas mañanas de niebla, en las que el mundo desaparece, y los propios límites de la realidad se esfuman... y quizás, también un puñadito de convencionalismo, para sazonar la mezcla...

Muchos de estos amores, los más importantes y el único correspondido, están contenidos en una de las primeras entradas del blog, "Segundo y séptimo amor", una larguísima crónica que no deja de ser una de las más sinceras y personales... Si fuera un pelín más coherente con la permanencia de los sentimientos, tendría que titularse "Segundo, quinto y séptimo amor", puesto que estas tres mujeres, adolescentes cuando nos conocimos y cuyos nombres llevo grabados a fuego no solamente en el corazón, son las que más han influido en mi vida... y de hecho, me casé con la séptima... y las tres se conocen y se aprecian...

Por supuesto, han ido surgiendo otros amores, locuras de un solo momento, de una mirada o de un gesto, pero que consiguen acelerar el ritmo de mi corazón... o despertar uno de los temibles "Isis"... y no me refiero a la diosa egipcia, no... sino a esos instantes en los que te planteas cosas del estilo "¿Y si nos hubiéramos conocido antes? ¿Y si ella me hubiera amado?¿Y si hubiera seguido el consejo de mi suegra, cambiando de ciudad?¿Y si no hubiera perdido aquél tren hacia la costa?"

Normalmente, mi parte más racional de Géminis (sí, no me pegaba otro signo del zodiaco...) se encarga de mantener controlados los sentimientos, especialmente porque los futuribles hacen mucho daño, y te complican la vida en el presente... menos mal que mi mujer no es demasiado celosa (un beso, peque...), y nos conocemos hace demasiados años como para tomarnos en serio mis devaneos literarios... Pero mi parte más romántica sigue al acecho... y en mañanas de niebla o en noches de luna llena, me hace recordar otros tiempos, otras caras, otros nombres, otros sueños, otras manos, otros labios que nunca probé...

Y, de alguna manera, aquellas niñas, adolescentes o mujeres, que a los cuarenta años llevo demasiado tiempo enamorándome del aire, consiguen colarse por alguno de los resquicios de la conciencia... convirtiéndose en cálidos fantasmas de rasgos desdibujados y voces casi siempre olvidadas, que se quedan un tiempo (minutos, horas...) rondando en los límites de la realidad y de la conciencia... Hasta que consigo atraparlas en una telaraña de palabras o de versos... y transformarlas en una de las entradas de mi "blog"... donde permanecen, cautivas en el tiempo...

No te extrañes pues, querido lector, si muchas veces te encuentras con un nombre de mujer, o con un personaje femenino, o con mi amada y querida musa, nacida de mil y un recuerdos y compuesta de retazos de mujer... Será que uno de los temibles "Isis" se ha cruzado en mi camino...


domingo, 11 de septiembre de 2011

PRIMER, SEGUNDO Y TERCER AMOR...

El amor de una madre por su hijo es el primero que experimenta la humanidad... sobre todo porque precede incluso a la vida... Sí, antes de que digas nada: nos centramos en un estereotipo, el de madre con ciertos recursos, con una pareja, y que lleva en sus entrañas un hijo deseado y buscado... otros momentos habrá para mencionar la violencia de género, los embarazos no deseados, los matrimonios concertados... pero hoy estamos hablando de amor... No puedo evitarlo, se me van los ojos detrás de las embarazadas, cuanto mayor sea la barriguita, más me gustan... ¿Es cierto que se ponen más guapas? Yo creo que sí, descarada y rotundamente, sí... Y quizás, en ningún momento están más bellas, que cuando se llevan la mano al vientre, como acariciando al niño para tranquilizarlo... Varias compañeras de trabajo estánembarazada, y no puedo olvidar lo que sentí, cuando me dejó posar la mano sobre su barriguita, en el momento preciso en que el niño le estaba dando una patadita...

Cuando me enamoré por primera vez en la vida, no tenía demasiado claras las cosas, ni por qué sentía ese extraño hormigueo en el pecho cuando la miraba desde el otro lado del patio, ni qué nos hacía tan diferentes de las niñas... bueno, y si nuestras miradas se cruzaban, sentía a la vez calor, frío, sequedad de la boca, incluso cierto grado de parálisis... En otras palabras, mi timidez era tan grande, y al mismo tiempo me sentía tan poquita cosa, que tardé más de un año en dirigirle la palabra, incluso siendo compañeros de clase... Era una hermosa niña, con esa belleza especial, no muy llamativa, pero dulce... El recuerdo de las nubes de fresa... No, no pienso dar nombres, ni descripciones más precisas, no me parecería justo... Solamente os diré, que le escribí la primera carta de amor de toda mi vida... y que jamás obtuve respuesta... También fue la primera de mis no-relaciones, pero en el fondo, me bastaba con estar enamorado... ¿Mi primer beso? Jugando a la botella en la fiesta de cumpleaños de un amigo... creo recordar que en el garaje... ¿Pero quién sabe besar, a los 10 años? Yo, desde luego, no... Mucho tiempo después, pero mucho mucho mucho, aprendí...


Mi segundo amor fue distinto, yo me encontraba en las primeras fases de la adolescencia, con las hormonas revolucionadas... y casi en toda mujer/muchacha que conocía, encontraba algo que me gustaba... estaba completamente enamorado... del Amor... Pero si hubo alguien, tremendamente especial, fue ella: coincidimos en la misma clase, durante los últimos años del instituto. Durante mucho tiempo, me moví entre la amistad y el amor, compartíamos recreos en el patio, ratos de soledad juntos sobre el respaldo de un banco de hormigón, y esas conversaciones tan especiales, hechas de silencios cómodos y de miradas cómplices... En el fondo, no eramos más que dos almas distintas, que se sentían solos, diferentes del resto, con sueño e inquietudes que nos diferenciaban de los demás niños... pero que tuvieron la suerte de coincidir... Al menos, el mundo ya no nos parecía un lugar tan grande... ¿Que si estaba enamorado de ella, de esa muchacha de melena larga y negra, de piel blanca, ojos increíblemente bellos de color aguamarina, de labios y boca pequeños, con las piernas más largas y hermosas que había visto nunca, que era capaz de hablar con todo su cuerpo, y no solo de hablar, sino de sonreír, y que me producía escalofríos cada vez que me rozaba?

Sí, rotundamente, sí, ella era mi mundo, mi sueño, mi cómplice, por ella hacía cualquier cosa... Hasta soñar con un futuro juntos... ¿Que si ella me quería...? Solamente como amigo, como compañero, pero nada más... Me costó muchísimo tiempo decidirme a expresar mis sentimientos, porque al margen de ellos, estaba nuestra amistad... Fue una de las primeras veces en mi vida, que escuché esa terrible frase: "Te quiero mucho... pero como amigo...", mas al final, seguimos siendo grandes amigos, hasta que salimos del instituto... ¡La de veces que nuestros compañeros de clase insinuaron que estábamos saliendo juntos, y cosas peores!

Fueron años de complicidad, de hacer pellas sistemáticamente en clases de latín, para irnos los miercoles a ver películas y a comer una hamburguesa a La Vaguada, de recorrer el barrio, para encontrar sitios donde comer juntos, lejos de la clase, incluso de salir juntos de paseo por la noche, ella venía a mi casa, yo fui varias veces a la suya, nos bañamos en la piscina, y hablabamos, hablabamos de todo un poco, durante horas... Perdimos el contacto un par de años después de salir del Instituto, han pasado casi veinte años desde aquél momento, pero muchas veces, al escuchar algunas de las canciones que compartimos en algún momento ("You make me feel so good", "J´ai perdu la tête", "I got you under my skin", entre otras ), su recuerdo, su mirada y su sonrisa volvían a mi memoria... Hoy he vuelto a quedar con ella, hemos comido juntos, y la magia permanece: al mirarla, al buscar mi reflejo distante en sus ojos gris amanecer... al ver la delicadeza con que se llevaba la ensalada (lechuga, tomate, zanahoria rallada) a su pequeña boca... pero sobre todo, al comprobar cómo sus largas, finas y pálidas manos acompañaban los movimientos de su cuerpo al hablar... de repente, ese segundo gran amor regresó entre nosotros... "Siempre pensé que terminaríamos juntos -le dije-, pero tú nunca me amaste..." Y ella respondió con una sola palabra: "nunca...", mientras en sus ojos tomaba cuerpo una sonrisa triste... ¡Por Dios, cuanto la quise, cuanto la amé! Y ahora, estamos retomando la amistad... y he vuelto a sentirme un adolescente con la cabeza llena de sueños, cuando tomé sus manos en las mías... me sentí tan joven de repente, tan inexperto, que incluso me quedé sin voz... ¿Su nombre? Un derivado de la sabiduría...

Y tercer amor... Yolanda... La conocí durante un viaje a Málaga, invitado por la prima de mi segundo amor... Yo quería conocer la ciudad, estar con mi amiga, descansar, olvidarme de un Madrid que me estaba agobiando cada día más... Pero todos mis planes se trastocaron cuando la conocí... Si hubo un flechazo realmente salvaje en mi vida, fue con ella, con mi "Malagueña salerosa"... Desde el primer momento, se estableció una buena química entre nosotros: yo estaba tremendamente atraído por ella, y a ella le gustaba mi conocimiento de la literatura y de la música, y, por fin, mi personalidad... Había derrotado la timidez... en cuanto salí del Instituto... Esos ojos inmensos que taladran el alma, esa naricita perfecta, los labios carnosos, el pelo por los hombros.. Volví a Málaga en dos ocasiones más, se repitieron los largos paseos, las charlas, algunas de ellas bastante amargas, cuando apareció "el otro"... Yo le mandé una selección de libros que me habían gustado, para animarla a leer... Estuve con ella en Semana Santa (qué impresionante, las procesiones en plena noche, a la luz de las velas...), en la Feria (pescaíto, vino fino en la calle Larios, el bullicio de las casetas, esos trajes...), dimos largos paseos por la playa... Y la última vez que nos vimos, le dije lo que sentía por ella... Su respuesta, la puedes imaginar: "Yo te quiero como amigo... y además vivimos muy lejos... lo nuestro no podría funcionar..." Es cierto, quizás no fueran aquellas sus palabras en sentido literal, pero sin duda, era su esencia... Luego, ella se enamoró de mí... y el resto, está esparcido en muchas entradas, historias, sueños, de este y otros blogs...


¿Otra historia de amor es posible? Ahora mismo... no se me ocurre otra mejor para vivirla...