viernes, 2 de noviembre de 2012

SEXO TELEFÓNICO...

¿Sabes, princesa? Desde que hablamos la otra noche del sexo telefónico, tengo un grave problema: no puedo quitarme la idea de la cabeza… Me basta con cerrar los ojos, para imaginar toda la secuencia. Es cierto, es un tema del que no habíamos hablado antes, pero llevo deseándote mucho tiempo… Cuando hablamos, siempre miro tus fotos; ya te dije que me había descargado algunas de ellas del Facebook, y las tengo en una carpeta de mi ordenador. Pero antes las miraba como lo haría un amigo. Ahora… bueno, digamos que me dan muy malas ideas…
Me encantaría hacer el amor contigo, es algo que deseo desde hace ya mucho tiempo. Me temo que de momento deberá esperar… Sobre todo porque ni siquiera nos hemos visto, ni siquiera estamos en la misma ciudad.  Pero eso no importa para el sexo telefónico, ¿verdad? Lo que cuenta es la imaginación, como muy bien dijiste… Y el deseo…
Habría que cambiar el escenario.  En la realidad, te imagino en tu pequeña cama de noventa, escucho el ronroneo de un calefactor de aire, para que no pases frío, y desnuda bajo las sábanas, mientras hablas conmigo… y empiezas a tocarte… y nuestras voces se convierten en una nueva forma de intimidad. Ya han sonado las campanadas de la medianoche, te he mandado un mensaje, luego te llamo, ponemos el manos libres, y empieza el juego. Yo también estoy en mi cama de noventa, desnudo… y pensando en ti…
Y te hablo…
Imagínate que ya no estamos en Madrid ni en tu ciudad. Ya no es importante para nosotros la distancia… Porque con la imaginación hemos viajado hasta otro lugar, Roma, tu ciudad favorita, que yo conozco tan bien. Hemos pasado el día entero caminando, haciendo un poco de turismo, y visitando algunas de las tiendas más exclusivas de aquella hermosa ciudad. Te has comprado un par de trajes de chaqueta elegantes, y un vestido rojo… Yo, más conservador, me he comprado varias corbatas, y un par de camisas… Hemos cenado en “Via Dalma”, una pequeña pizzería cerca de nuestro hotel (ensalada de tomate y mozzarela con hierbas de Provenza, una “pizza della casa”,  compartido una botella de Lambrusco helado), y regresado al Hotel… Es un hotel pequeño, familiar, pero ubicado en pleno centro: desde nuestra ventana en la tercera planta, se ven las escaleras de la Piazza Navona. Nos asomamos al balcón, mientras bebemos una copa de cava helado.
¿Te lo imaginas, princesa? Es la noche perfecta, en la ciudad perfecta, sobre todo porque estamos juntos… Estás muy hermosa con un vestido negro con un corpiño que se ciñe a tu figura como una segunda piel. Llevabas unos zapatos con algo de tacón, pero te los has quitado al entrar en la habitación. Yo estoy vestido con un traje de chaqueta, aunque hace tiempo que la he dejado sobre el respaldo de una silla. Porque lo único que me importa eres tú. Tenemos una habitación grande, incluyendo una chimenea, en la que late un hermoso fuego… Y en el cuarto de baño nos espera una gran bañera de estilo antiguo, de esas con garras de león, en la que te he preparado un baño de espuma aromática. Ya está todo listo. Cierras las hojas del balcón, y me besas. ¡Dios, qué besos los tuyos! Siempre me dejas sin respiración…
Entras en la habitación, llevándome de la mano, y te detienes junto a la cama. “¿Me ayudas con el corpiño? Es que sola no puedo…”, me dices, con ese tono de voz mimosa que tanto me gusta. Mis manos tardan un poco en dar con el cierre, pero al final lo consigo. Con un movimiento felino y elegante, consigues que el vestido se deslice suavemente por tu espalda, y dejas que caiga en leve movimiento hasta tus pies. Yo, tan ordenado como siempre, lo recojo y lo dejo sobre el brazo del sillón…
Y te veo, semi desnuda, con tu conjunto de lencería negra, con una pequeña culotte. “Me parece injusto que yo esté ya casi desnuda, y que tú lleves encima tanta ropa…”, me dices, al mismo tiempo que empiezas a deshacer lentamente el nudo de mi corbata, y con manos expertas, te encargas de mi camisa. Hace calor en la habitación. ¿O será que me excita verte así, tan vulnerable? Los pantalones y la camisa terminan tirados por el suelo, de cualquier manera. porque tengo cosas mejores que hacer que pensar en ellos… Llevo unos bóxer de la rana Gustavo, regalo de nuestra primera cita, que muestran una enorme erección. Estoy listo para ti.  Me tomas de la mano, y juntos vamos hacia la puerta del cuarto de baño…
“¿Me ayudas a desnudarme?”, me dices. Y yo lo hago, con manos un poco temblorosas, no acierto a deshacer el corchete del sujetador, y tú te ríes… Te apoyas levemente en la bañera, mientras que yo me arrodillo a tus pies, y te quito lentamente la culotte. Estás desnuda, y vulnerable, delante de mí. Me levanto… y te beso… muy suavemente en los labios… Te abrazo, como si deseara incrustar mi cuerpo en el tuyo, hacer coincidan todas nuestras curvas. Pero tú deshaces el beso, te separas de mí, y nos metemos en la bañera…
¿Lo imaginas? ¿Puedes sentir el agua cálida, de la inmensa bañera? ¿Sientes la espuma sobre tu piel? ¿El calor, que se va apoderando lentamente de ti? Porque yo sí lo noto… Es excitante… Yo me siento lentamente, el calor va subiendo por mis piernas, llega hasta mis testículos, se apodera de mi sexo… Y tú te sientas frente a mí… El agua no llega a cubrir tus hermosos, pequeños y respingones senos, que nunca me han parecido más deseables, que levemente cubiertos por la espuma. Me acerco a ti. Con las manos desnudas, empiezo a lavarte muy dulcemente… La cara, los hombros, tus pechos… Te levantas unos segundos, para que mis manos alcancen tus caderas, tu sexo… No puedo resistir la tentación, y te beso, recorriendo fugazmente tus labios mayores, y me detengo sobre tu monte de Venus,  completamente depilado… “Mejor que dejes algo para luego…”, me dices, al mismo tiempo que me tiras un poco de espuma a la cara, y te hundes suavemente en el baño de espuma, y te acercas a mí, sonriendo… Con tus manos me lavas la cara, los hombros, los brazos, deteniéndote un poco en mis tatuajes… “Levántate”, me dices, y te hago caso… Y me lavas el pene, los testículos, las piernas… Estamos los dos solos, en la bañera, a gusto. Pero tenemos cosas mejores que hacer que quedarnos allí, ¿verdad? Pones en marcha la ducha, y nos quitamos mutuamente el jabón… Y salimos de la bañera… Y allí, mientras te seco con la gran toalla de algodón, paseo la mirada por tu menudo cuerpo…
¿Puedes sentirlo, princesa?¿Notas mi mirada? ¿Notas mis manos sobre tu cuerpo? Te atraigo hacia mí, y te beso… Tu aliento afrutado, mezcla de Lambrusco, de cava y de un no sé qué misterioso se desliza por mi garganta. Nunca te he visto más hermosa que en ese momento, iluminada por la miríada de velas del cuarto de baño y de la habitación. Un último trago de cava, compartiendo copa, y llegamos a la cama. Te tumbas en ella… Sobre las sábanas de algodón azul claro, tu cuerpo de diosa adolescente está allí. Esperándome. La cama es grande, pero a nosotros nos bastará con un espacio muy pequeño. Me quedo unos momentos mirándote. Me siento a tu lado, y tú, juguetona, abres el cajón de la mesilla de noche, y sacas un par de “roll on” de la marca Durex… Y comienza el juego…
Primero marcas sobre tu pierna izquierda un leve trazo, desde el tobillo hasta la rodilla. Y yo, obediente, me inclino sobre ti. ¿Notas el frescor del gel? ¿Notas mi lengua siguiendo el sinuoso trazo? Porque yo sí lo noto. Subo por tu pierna, con el sabor de la fresa, trazando un leve rastro sobre tu piel… Y yo, goloso, te voy dejando limpia, muy suavemente, aunque me detengo un poco para lamer el jugo en la cara interna de tu rodilla, uno de tus puntos eróticos… Y gimes, muy bajito. Me quedo con ganas de seguir lamiéndote, hasta alcanzar tu sonrosado sexo, pero respeto las normas.
Hace calor en la habitación. Ahora es mi turno. Y trazo un rumbo desde mi tobillo izquierdo hasta la cara interna de mi rodilla. Como a ti te gusta más, estoy completamente depilado…Te levantas un poquito, y como una gata golosa, empiezas a lamerme… ¿Notas el sabor a piña colada en tus papilas?¿Notas la tersura de mi piel, y cómo se desliza suavemente bajo tu lengua? Porque yo sí lo noto. Y me excita. Me haces cosquillas con la punta de la lengua, con tus labios, y me estremezco. Como una alumna aplicada, terminas el recorrido. 
Es tu turno de jugar a los maestros. Y te tumbas de nuevo a mi lado, marcando  un nuevo rumbo sobre tu piel… Directamente alrededor de tus labios mayores, sobre el clítoris, en la superficie de tu sexo, tan acogedor y sonrosado. Yo me levanto, me agacho entre tus piernas. Y comienzo a lamerte. ¿Notas mi lengua?¿Notas mis labios recorriendo el camino trazado? Voy muy lentamente, subiendo hacia mi objetivo… Tu vulva se yergue ante mí, es lo único que existe. Y mi única finalidad es darte placer… ¿Notas cómo voy jugando, con mi lengua, trazando el recorrido del deseo?¿Notas como la punta de mi lengua se introduce entre tus labios, dándote placer? ¿Notas el leve roce de mi nariz sobre tus ingles?
Y te imagino, al otro lado del teléfono, acariciándote, quizás con un pequeño jadeo. Tú eres el ama, yo tu esclavo. Poco a poco, te vas calentando más. Los movimientos circulares de tus manos se van haciendo un poco más rápidos, mientras que yo te voy lamiendo, en la distancia, y acaricio. Los mundos se mezclan… Estamos a la vez en Roma, en nuestra habitación de hotel iluminada por las velas, y en tu habitación de soltera, bajo un par de mantas, y yo, refugiado en la mía. El calor se va apoderando de ti. Gimes, muy suavemente, en mi oído… “Para….Para…”, me dices entre jadeos. Noto que estás a punto de tener un orgasmo, igual que yo… Círculos de energía recorren tu cuerpo… Y yo te sigo lamiendo, introduciendo mi lengua entre los pliegues de tu vulva… Mientras tú sigues acariciándote… Y gimes en mi oído, pero con poca fuerza… Con las manos, apartas mi cabeza de tu sexo… pero ya es demasiado tarde, mi lengua y mis dedos han conseguido su objetivo… Te dejo descansar unos instantes… Y gimes entrecortadamente… Quizás sería el momento adecuado para penetrarte… Pero prefiero continuar el juego…
Tomo mi “roll on”, y te marco un nuevo objetivo. La cicatriz de la apendicitis, y mi ombligo. Al principio, te sorprendes, pero tus labios emprenden el camino. Me estremezco al notar la punta de tu lengua sobre la cicatriz…La piel está mucho más sensible después de la operación, es como si mil terminaciones nerviosas se activasen a la vez… Una corriente eléctrica me recorre…y me excita… Y gimo. ¿Escuchas mis gemidos?¿Notas como mi respiración se acelera? Y pongo las manos sobre tu nuca… no quiero que termine ese contacto… Mi pene se yergue, desafiante… Y me acaricio mientras mi mano traza el recorrido de tu lengua… Me gustaría que me hicieras un francés, pero prefiero guardar fuerzas para luego…
Es tu turno de jugar, mientras yo voy recuperando fuerzas, tú trazas un nuevo rumbo, que va desde el valle entre tus pechos de ninfa descarada hasta tu brazo derecho… Y yo te sigo… Estoy entre tus piernas… ¿Notas el peso de mi pecho sobre tu sexo? Me encantaría penetrarte ahora, pero tenemos que seguir el juego… ¿Notas mi lengua, acariciándote? ¿Notas mis labios, sobre tus pequeños pechos? ¿Te estás acariciando, muy lentamente, mientras te hablo al oído? Escucho tus leves jadeos… ¿Lo sientes? Ya estoy lamiendo tus pezones… Juego con ellos, como si fuera un caramelo, saboreándolos intensamente, incluso te doy un pequeño mordisquito… ¿Notas mis dientes? Lo notas… y gimes en mi oído… Muy suavemente, tu respiración se acelera… Y una pequeña oleada de placer recorre tu menudo cuerpo… Mi lengua se desplaza suavemente hacia tu brazo derecho… Ya estoy por completo sobre ti… ¿Notas el peso de  mi cuerpo? ¿Notas la punta de  mi pene palpitando de deseo sobre tu vulva? Sería tan fácil penetrarte ahora, princesa… Pero todavía no ha llegado el momento…
Es mi turno de jugar… Me tumbo a tu lado… Y trazo un nuevo rumbo sobre mi cuerpo… Desde la tetilla izquierda hasta mi oreja derecha… Cambiamos de posición en la gran cama del hotel… Te has tumbado sobre mí… Noto el peso de tu cuerpo… Tu lengua, caprichosa, sigue el rumbo trazado… Y me estremezco… Mis dedos marcan el recorrido, imagino el tacto de tu lengua, de tus labios… y me estremezco de nuevo… Estoy solo en mi cama de soltero, pero puedo sentirte… Mi pene empieza a palpitar dolorosamente… El orgasmo tanto tiempo retenido empieza a dolerme… Dejo de acariciarme un momento… Mientras jadeo… ¿Tú también lo sientes, princesa? ¿Tú también te estás acariciando? Porque escucho tus jadeos…
Los dos estamos muy excitados…Nos estamos dejando llevar por el juego… Ya no existe la distancia… Solo tu cuerpo sobre el mío… Lentamente, has ido reptando sobre mi cuerpo… Y me estás besando… Mientras con mano experta me guías entre tus labios mayores… Y te dejas resbalar suavemente… Y con la misma suavidad, me voy deslizando dentro de ti… Estás perfectamente lubricada… ¿Me notas, entrando lentamente dentro de ti? Porque yo puedo verte perfectamente, sentir el peso de tu cuerpo, mientras me sigo acariciando…
Nuestros cuerpos se amoldan perfectamente… ¿Notas como mi pene se abre camino, distendiendo levemente los músculos de tu vagina? ¿Notas la presión de mi miembro, mientras empiezas a cabalgarme? Eres una experta amazona… Mis dedos se cierran sobre mi pene… Mientras te imagino… Empiezas a moverte suavemente… El movimiento me excita más… Te escucho gemir al otro lado del teléfono… Siento tus labios sobre los míos, mientras me cabalgas como experta amazona…Dentro, fuera, la contradanza… Sé que podría correrme ahora, noto oleadas de placer desde mi sexo… Pero como soy un poco tradicional, aprovecho uno de tus movimientos para descabalgarte… Al principio, protestas… Pero enseguida, volvemos al juego…
Estoy tumbado encima de ti… Tu sexo palpita furiosamente… Tienes la necesidad de sentirme de nuevo dentro de ti… Y no te voy a decepcionar, pero déjame descansar unos momentos… Te miro con dulzura a los ojos, tus inmensos ojos marrones que se han convertido en todo mi firmamento… Mi boca busca la tuya… Y en el mismo momento en que empiezo a penetrarte, silencio tus jadeos con un beso…
¿Notas como mi pene va entrando suavemente dentro de ti?¿Notas cómo voy entrando, lentamente, centímetro a centímetro, y cómo tu vagina se va cerrando en torno a él? Tus dedos siguen acariciándote, expertos, recorriendo tu sexo, mientras yo te hablo muy suavemente al oído, y pronuncio tu nombre en voz queda… Con mis labios, silencio otro de tus jadeos… ¿Notas el peso de mi cuerpo sobre el tuyo?¿Notas mis manos esparciendo tu melena negra sobre la almohada?¿Notas cómo empiezo a deslizarme lentamente, dentro y fuera de tu cuerpo, hasta el punto de salir casi completamente, para luego volver a entrar? Mis brazos están extendidos a ambos lados de tu cabeza… para no aplastarte con mi peso… Nuestras bocas se buscan… Se suman nuestros jadeos…
El ritmo se acelera lentamente… Pero sigue siendo un placentero tormento… Escucho tus jadeos, esta vez más fuertes, al otro lado del teléfono… La excitación va creciendo en tu interior… Tus dedos trabajan lentamente tu cuerpo, y dos de ellos se introducen en tu vagina… Mientras te imaginas que soy yo… Yo me sigo acariciando, escuchando tu voz, mientras te sigo describiendo lo que hacemos en aquella habitación…
El ritmo se acelera… Escucho tus jadeos… Y me excito… Te imagino debajo de mí… Noto tus labios sobre los míos… Mis dedos conocen el camino… Mi pene empieza a palpitar, dolorosamente… Llega el orgasmo… Tú también estás muy excitada… Jadeas… Escucho tus jadeos… Y todo se funde… Nuestras camas de noventa… La oscuridad… El silencio de la noche… La habitación de Roma… Tu cuerpo… Mi cuerpo… Nuestros cuerpos… Y justo cuando ya no puedo más, te escucho gemir con más fuerza… Ha llegado el momento… No puedo aguantar por más tiempo la tensión… Y noto cómo me corro… Dentro y fuera de ti… Dentro y fuera del espacio y del tiempo…
Alcanzamos el orgasmo a la par… Y eso que dicen que los orgasmos simultáneos no existen… Noto la humedad sobre mis ingles… Y la dejo extenderse… Mientras te escucho retomar lentamente el aliento… Durante unos momentos, tal vez fueran minutos, qué se yo, solo se escucha tu respiración acelerada al otro lado del teléfono… Sé que debería limpiarme, pero no me importa… Porque acabamos de hacer el amor… Por vez primera…
Tu respiración se tranquiliza… Casi puedo verte, dentro de la cama, tapada por un par de mantas, para combatir el frío del otoño… Pero sigo notando tu cuerpo debajo del mío… Y noto como mi pene se va encogiendo… Dejo de acariciarme, y solamente te escucho…
Terminó nuestra primera experiencia de sexo telefónico… Y nunca me he sentido más cerca de ella que en aquella fría noche del mes de noviembre… Porque los dos nos dejamos llevar por el deseo… Y por la imaginación… Y eso es lo único que cuenta… Aunque sigo deseando hacer el amor con ella… Más que nunca…

3 comentarios:

  1. "WHAOOOO!!!" SORPRENDENTE!!!.. MUY SORPRENDENTE LA FORMA EN QUE LO DESCRIBES.. CADA DETALLE... ES HERMOSOOO!!! MUY ERÓTICO PERO MUY APASIONADO.. JUEGA EL AMOR. ME GUSTÓ. TODOS VIVIMOS UN MOMENTO ASÍ.. ES ARTE..

    (dejado por Patricia)

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  2. hermoso relato, minino... tierno, erótico, intimista, con detalles, con sentimientos... pero que no deja de ser la visión de un romántico... porque el sexo telefónico es una cosa bastante distinta, más chunga... es como formar parte de una película porno de Nacho Vidal (no sé si sabes a qué me refiero)... es más directo, más sexual, con otro tipo de detalles (por favor, nada de baños de espuma!)... Pero de todas formas, he disfrutado mucho al leerlo...

    (dejado por Beatrice)

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  3. Madre del amor hermoso, a estas horas este tipo de lectura es de las de quitarse el sombrero (y otras muchas cosas) jjejejejej Que me ha encantado (y soprendido) hay que ver lo bien que ilustras con palabras las escenas, ya sean reales o las imaginativas (me refiero a la trama del relato) Esa prota se lo ha pasado genial (y yo con ella) jejejej Muy bueno el texto, te reto a seguir por ese camino, me ha parecido perfecto!!!!

    (dejado por Irene)

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