domingo, 11 de septiembre de 2011

ROMÁNTICOS ANÓNIMOS

Me gustan las historias de amor, no puedo evitarlo, soy un romántico empedernido... Me entran ganas de llorar cada vez que vuelvo a ver "Ghost", "Carta de una desconocida", "City of Angels", "Mas allá de los sueños", "¡Qué bello es vivir!"... Y, aunque algunas de ellas me las sé prácticamente de memoria, porque las veo casi todos los años, me sigo emocionando y, como diría una amiga de mi madre, "se me pone cutis de ave"... y, si estoy solo, casi siempre asoma alguna lágrima...



Sin embargo, a mi mujer, muchas de ellas la dejan indiferente... Prefiere sus pelis de terror, de esas que yo no aguanto, de fantasmas y cosas extrañas, de maldiciones, y con unas carátulas tan bien hechas, que me provocan una repulsión visceral solo con tocarlas... o simplemente con acercarme a ellas…



Siempre le digo que su parte de la estantería chorrea de sangre y de vísceras... aunque es precisamente lo mismo que ella argumenta sobre mi colección de películas bélicas, o mis documentales sobre la Segunda Guerra Mundial... Menos mal que entre los dos extremos, queda un amplio margen, para las películas de acción, intriga, de época, dibujos animados, animación... Y si no conseguimos ponernos de acuerdo para ir al cine juntos, siempre podemos recurrir al videoclub de la esquina...



Pero no es momento más adecuado para hablar de cine... prefiero hablar de sentimientos, que me parece algo más interesante... Vivimos demasiado rápido, demasiado pendientes del éxito o el fracaso laboral, de las manifestaciones físicas del triunfo monetario (coches, casas, mujeres operadísimas...), de conseguir más bienes en el menor tiempo posible... y al final, dejamos de lado lo que debería ser más importante: los sentimientos... No solo eso, sino que parece más vergonzoso admitir que te emocionas con cualquiera de las películas que he mencionado antes, que comentar que te pones "hasta el culo" de cubatas todos los fines de semana, y que la última vez que te fuiste "de farra con los colegas", terminaste potando en los zapatos de tu novia...

Decir que "eres un romántico empedernido" en mitad de una reunión social, puede generar el vacío a tu alrededor: de repente, las conversaciones cesan, o en todo caso, disminuye el volumen... Las chicas que te rodean, parece como si te mirasen con otros ojos, quizás incluso se interesen un poco más por ti... Porque estás rompiendo con todas las normas, todos los esquemas… y si además confiesas que escribes poesía…



Y los chicos... bueno... parece que se apartan un poco de ti, como si hubieran visto al demonio, y muchas veces empiezan a poner en tela de juicio tus preferencias sexuales... Es más comprensible para ellos que confieses que eres un hincha violento del Madrid o del Barça; o que cuentes la última pelea que has tenido con tu novia por culpa de tu adicción a la cerveza… Tal vez sean precisamente los gays y las lesbianas quienes mejor aceptan tu revelación, porque de todas formas casi siempre han sufrido un momento similar en algún momento de su vida... Me refiero a la expresión de sentimientos que la sociedad considera inconvenientes…



Son demasiados los "machos españoles" que andan sueltos por el mundo, presumiendo de su "fortaleza", y hablando de "cosas de tíos", que sin embargo llegan a emocionarse por la música del anuncio de un coche, o cuando sale en pantalla una mujer abrazando a su hijo, o en los momentos más inesperados (por ejemplo, con el final de "Doce del Patíbulo", la peli romántica por excelencia para muchos hombres)...



Como esto siga así, como se siga enseñando en las escuelas que el romanticismo es algo malo, que no podemos sentir, pues es contraproducente con las necesidades y las exigencias del mercado laboral, terminaremos llegando a la estigmatización de los sentimientos... Y se pondrán multas en los cines por llorar en algunas películas, pero solamente a los hombres, que las mujeres en eso de los sentimientos permanecen con carta blanca…



Igual que en la Edad Media desfilaban por las calles de toda España largas listas de presos, ataviados con la túnica del penitente o del hereje; o cuando los nazis obligaban a los judíos a lucir sus estrellas amarillas ( y de otros colores para los homosexuales, los presos políticos, los agitadores...) como marca indeleble de aquello que los diferenciaba de la sociedad; quizás dentro de algún tiempo se inventa un símbolo para indicar que es mejor no acercarse a una persona, porque se atreve a sentir... por ejemplo, un pin con una rosa lacada en rojo... o un clavel blanco en la solapa... o bien una “R” escarlata grabada a fuego en el antebrazo o sobre el corazón…



Del mismo modo en que funcionan en casi todo el mundo las reuniones de Alcohólicos Anónimos, tal vez terminarán celebrándose, de manera completamente clandestina (por ejemplo, en los sótanos de algunas iglesias, en bibliotecas públicas fuera de horario, o en determinadas zonas de los grandes parques) las reuniones de Románticos Anónimos... Como es lógico, se empezaría el encuentro viendo un pequeño fragmento de alguna película romántica; o bien escuchando alguna canción prohibida como "La Vie en Rose", "Te quiero", "Al partir", "Al alba", "My way"...



También se podría leer algún fragmento de una obra de teatro, una rima de Bécquer; para después, comentar el efecto que produce en los asistentes, casi todos ellos hombres, pues de todas formas, al ser "el sexo fuerte", tienen más problemas para manifestar sus sentimientos... Los recién llegados se levantarán de sus sillas, para presentarse con una pequeña frase: "Me llamo X, y soy un romántico empedernido...", que encontrará su eco en frases muy conocidas: "Te queremos, X"... "No estás solo, X"... Y cuando regresen a la grisura de sus trabajos y de sus vidas, aquél rato que han pasado, quizás no exactamente con amigos, pero desde luego con personas afines, se convertirá en lo mejor de la semana...



Creo que no hace falta llegar a determinados extremos... Pues la vida es de por sí demasiado triste para andar negando que tenemos sentimientos... Y sin cosas tan "sencillas" como el amor, la pasión, la estima, el afecto, la emoción... Si nos negamos a nosotros mismos la posibilidad de ser libres, de expresar el cariño que sentimos hacia otra persona... Si aceptamos el sacrificio de todas aquellas cosas que, en el fondo, nos hacen más humanos... Igual nos encontramos con que la vida, tal y como la conocemos, no merece la pena ser vivida...



¡Alzad vuestras voces con poemas de Neruda! ¡Cantad en la ducha temas de Nino Bravo! ¡Tallad corazones en la corteza de los árboles! ¡Dibujadlos en las paredes! ¡Regalad flores y bombones sin motivo! ¡Besad a vuestra pareja en la calle! ¡Románticos Anónimos del mundo... que se oiga en todas partes vuestro rugido!

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