viernes, 9 de septiembre de 2011

EN TERRITORIO DESCONOCIDO...

Nadie... La casa vacía bosteza, mientras abro los ojos después de la siesta... No hay gato negro, esta vez... Ni escucho el ruido de sus pezuñas... ¿Qué tendremos los miopes cuando abrimos los ojos, que intentamos demorar el choque con la realidad lo más posible... y por eso no nos ponemos las gafas? Es un ritual, despertador (el móvil), retardar la alarma cinco minutos (pero solo en la siesta), dejar que suene otra vez... extender la mano hacia la mesilla de noche, beber un par de tragos de la botella de agua (helada cuando la saco de la nevera, caldosa cuando me la llevo a los labios), quitarme al gato del regazo (esa costumbre de dormir contra el lado izquierdo de mi cuello, como protegiendo el corazón con sus ronroneos), sentarme al borde de la cama, y entonces, por fin, ponerme las gafas... Son rituales, que en el fondo, me dan la vida, o me afirman en la realidad...

Pero esta vez, algo ha cambiado... Más bien, son muchas cosas que no están como deberían estar...

Por ejemplo, no hay gato... quizás está en otro lugar de la casa, o durmiendo en otra cama... pero creo que hay algo más... oscuro... Luego... cuando abro los ojos, el mundo está perfectamente enfocado... Igual me he operado la miopía, haciendo caso de la oferta de la clínica... el caso es que no lo recuerdo... No hay botella de agua en la mesilla de noche, ni fría ni caliente... Y la mesilla misma es muy distinta: un horror moderno, de metal negro y rojo... El color de las paredes, por supuesto, ha cambiado, igual que los posters... La cama también es distinta: una cosa rara, que parece un futón o un tatami...

Me levanto, inquieto... Algo ha pasado, y una pequeña vuelta por la casa me confirma mi primera impresión... Nada, no queda absolutamente nada, de lo que antaño era nuestro hogar: ni los muebles, ni las luces, ni los colores de las paredes... En silencio, me desplazo por aquél espacio que, incluso viviéndolo como ajeno, sigo considerando, en parte, como propio... Mis dedos se curvan en las cortinas, en los estores de las ventanas que dan al jardín... Incluso allí, reconozco muchos elementos, pero otros... no sé... están muy cambiados... Y me doy cuenta de lo más importante: las vallas que separan el jardín comunitario de la calle están coronadas por alambre de espino, y dos madres, con sus pequeños jugando tranquilamente en el arenero, me ven, y me saludan... No sé quienes son, pero les devuelvo, cordial, el saludo...

Me siento en una especie de puff... y entonces, caigo en otra de las diferencias... Mis manos... Ya no tengo cicatrices, ni siquiera en la muñeca derecha... Mis dedos son mucho más largos, pálidos... de mujer... Mis antebrazos, mis brazos, aquellas partes de mi cuerpo que consigo ver, también han cambiado... Me levanto, y busco mi reflejo en el baño... Es como ver mi reflejo, mi "otro yo"... De repente, soy morena, tengo el pelo largo y negro, no muy alta, no mucho pecho, al menos, es lo que me devuelve el azogue... Tal vez, estoy un poco pálida... pero eso se arregla con tomar el sol, ¿verdad?

Salgo al patio... También allí hay diferencias, han cambiado la chimenea de la comunidad, y está lleno de plantas, por todas partes... y, por supuesto, no hay ninguna colilla en el suelo... Noto un movimiento a mis pies, me agacho... ¡Pero si tengo un mini-perro! Sé que es mío... y esa cosita peluda también lo sabe... que aunque se llame "Terminator", sigue siendo un chihuahua toy... Regreso a nuestra casa... y termino el paseo... en nuestro dormitorio...

Si puedo aceptar todos esos cambios, al menos, eso creo... sobre todo lo de haberme convertido en chica y esas cosas... ¿Por qué me parece tan increíble que quien está abriendo en ese momento los ojos, y me mira desde la cama, sea precisamente mi musa? Me gustaría poder distinguir la realidad de la ficción, poder establecer un límite a las ensoñaciones de una tarde de sábado, atreverme a preguntarle a ella lo que quiere, lo que necesita de mí, lo que puede darme...

Y, sin embargo, me limito a sentarme a su lado, muy despacio, agacharme y, sujetando su preciosa cara entre mis manos, darle un primer beso, cerrando los ojos... Porque si esto es un sueño de mi musa, si me encuentro en territorio desconocido... si toda aquella realidad que nos rodea se desvanece de golpe... deseo conservar la magia de lo imposible... el recuerdo de unos momentos robados al tiempo, de otro "ahora" perdido en los caminos del espacio y del tiempo...


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