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viernes, 30 de marzo de 2012

POR UN PUÑADO DE CARTAS...


Esta noche he soñado... que no me amabas... Y me desperté temblando, y llorando a la vez, de soledad, y te busqué, al otro lado de la cama... pero no estabas... Sueño o realidad, en el fondo, nada más importa... Cuando se trata de sentimientos, de pasión y de amor... En silencio, caminé hacia el corazón de la noche, por la casa desierta, buscándode... y allí estabas... llorando, en la cocina, y tus lágrimas caían en la taza, enfriando la mezcla de tila, mejorama, menta y poleo... Te miro, en silencio, desde la puerta del comedor... Tienes la cabeza gacha...

Y sobre la mesa, estaban aquellas cartas... que jamás tendrías que haber descubierto, puesto que me las escribió otra mujer, mi gran amor, perdido, imposible, y no por ello, menos valioso... Siempre las guarbada en el mismo sitio, en el archivador de la Renta, y muchas tardes, las releía... Era una manera de sentirla más cerca, de imaginar incluso su presencia, su respiración, tan suave, que ni siquiera movería la más liviana de las plumas de una paloma... y de recrear sus besos... de aquella otra mujer, que alimentaba mi alma...

Tengo ganas de abrazarte, de besarte, y tocarte, para que sepas que estoy aquí, contigo... pero no hago nada... Simplemente, me quedo quieto...

¿Cómo explicarte que mi corazón siempre ha sido demasiado grande, para que tú pudieras llenarlo, con tus ausencias, y tus presencias? ¿Cómo decirte que siempre te he sido fiel, que ni siquiera nos hemos besado?¿Que solamente a vosotras dos os he entregado mi corazón y mi alma?

Y, sin embargo, allí están las cartas... Lo sé, tendría que haberlas destruído hace tiempo, pero nunca encontraba el momento, la ocasión, ni las fuerzas... Las he guardado por nostalgia, y al mismo tiempo, quizás para que tú las encontraras, en algún momento, durante alguna de tus posesivas búsquedas, en pos de aquella rival desconocida, cuyos rastros te empeñabas en notar en mi ropa, en mi corazón, o en los pequeños detalles que nos dan la vida...

Seguro que incluso tenías una lista de candidatas, entre mis compañeras de trabajo, algunas vecinas, compañeras de gimnasio, de estudios... Y por eso, por empeñarte en buscar tan lejos, ni siquiera la viste, aunque tantas pistas apuntaban hacia ella... Las veces que nos íbamos juntos de paseo, al Retiro, al Juan Carlos 1º... Cuando nos acompañaba al cine o al teatro... Durante las vacaciones de verano, en Asturias... En Nochevieja... En las fiestas de cumpleaños...

Dicen que el roce hace el cariño... y supongo que tienen razón, porque eso es precisamente lo que nos ha pasado... a los dos... y así me enamoré también de ella... de tu hermana pequeña... Y ahora, me siento mal, puesto que seguramente te empeñarás en re-escribir toda tu vida, conmigo... en poner en duda mis sentimientos, mi amor por ti... y también querrás sospechar de cada momento que he pasado con ella, a solas... Sé que es muy difícil admitirlo... por eso te dejo sola... llorando... con el triste puñado de cartas...

Porque tampoco me atrevo a decirte que, por el amor que los dos sentíamos hacia ti, hemos sacrificado nuestros sentimientos, nuestros sueños... Que, amándonos con locura, jamás nos hemos amado realmente, para no traicionarte... Y que, por no sufrir viéndonos juntos, ella decidió irse... Pero, de todas formas, yo no podía seguir así, por más tiempo...
 
Y por eso, me vuelvo a la cama, y te dejo a solas, releyendo aquellas cartas, cuyas palabras recuerdo de memoria, y en las que me sentí amado... por una mujer que, de alguna forma, era una prolongación de ti misma... 

Puesto que, no en vano... mi gran amor ha sido siempre... tu hermana...
 

miércoles, 21 de septiembre de 2011

QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA...

Otra visión angelical... que rompió mis esquemas... No se me ocurre otra manera de recordarla...

Primeros días del verano, fiesta en el instituto, demasiadas ganas de divertirme, a su lado, de estar con ella, Eloísa, con mi segundo gran amor... que sin embargo, jamás fue otra cosa que una gran amiga, de aprovechar la tarde, el ambiente relajado, aquella extraña camaradería de la que disfrutas cuando lo peor ha pasado, y me refiero a la dichosa Selectividad, y de alguna manera, lo que estás celebrando es el final de una etapa... y el principio de otra...

Las actividades, pensadas sobre todo para los más pequeños, estaban basadas en multitud de juegos: coger una manzana con la boca, dentro de un barreño de agua... Sostener una cuchara con la boca, manteniendo en precario equilibrio una pelota de ping-pong mientras haces una pista de obstáculos... Coger una moneda con la boca dentro de un plato lleno de harina (que se cambiaba periódicamente), y una turbamulta de actividades, incluyendo derribar botes de cerveza a pelotazos, algo de malabarismos, juegos de habilidad... y todo ello, en medio de un desorden ordenado, que vigilaban atentamente los profesores...

Nunca he sido una persona especialmente sociable, y si había accedido a participar en tan magno acontecimiento, era precisamente por estar con ella varias horas... Por eso, me sentó tan mal cuando me dijo: "¿Te importa que lleve a mi prima de Málaga? Es una chica encantadora, y le apetecía mucho pasar unos días conmigo en Madrid..." En aquél momento, me sentí traicionado, y mi mayor preocupación era encontrar alguna manera de librarme de la "primita"... Por eso, busqué una cabina telefónica (en aquellos tiempos, y me refiero a 1988, los teléfonos móviles no existían prácticamente...) y llamé a uno de mis escasos amigos y compañeros de clase, para pedirle que se dejase caer por allí, y se encargase él de entretener a la primita... Como todos los planes perfectamente elaborados, salió al revés...

Porque, desde el primer momento, me quedé absolutamente subyugado por Anastasia, la prima de Eloísa, mi "amiga especial", de quien llevaba tantos años (secretamente) enamorado... aunque el enamoramiento es en mí prácticamente una opción vital... Quizás Anastasia no fuera realmente hermosa ( por desgracia, casi todas las fotos que conservo son posteriores a aquella tarde de verano) mas en su conjunto, desprendía lo más parecido a una aureola de inocencia que he visto en toda mi vida... Su pelo, rizado con media melena, enmarcaba perfectamente su cara de muñeca, de ojos profundos de color castaño claro, nariz pequeña, boca grande de hermosos labios... Llevaba un top oscuro, cuyo color no recuerdo, una minifalda vaquera, y sandalias...

Como en los dibujos animados, mi campo focal se estrechó muchísimo, hasta el punto de que durante el resto de la tarde y parte de la noche, solo la veía, y escuchaba, a ella... Su acento malagueño me hacía sonreír, y me sentía a gusto con ella... Pasamos juntos varias horas, durante las cuales Eloísa y Fidel se aburrieron mortalmente... y optaron por no hablarme durante varios días, quizás para expresar su desagrado... Pero a mí, sus reacciones o sentimientos me eran completamente indiferentes, puesto que era consciente de disponer de muy poco tiempo para conocer a Anastasia...

Casualidades del destino, nos hicimos amigos, con aquella única tarde de sábado en Madrid... Y nos hemos estado escribiendo durante muchos años... Sus cartas, muchas de ellas vagamente perfumadas por su colonia, con los puntos sobre las íes tan grandes que parecían una pequeña "o", su letra de niña buena, se convirtieron durante varios años en el principal motivo de mis escasas alegrías...

En dos o tres ocasiones viajé a Málaga, las dos primeras en casa de sus padres (Anastasia me dejó su habitación), y la última de ellas, en el piso que compartía con su novio y un precioso perro, creo que era un Husky siberiano... De aquellos tres viajes conservo recuerdos difusos... Los huevos estrellados con patatas fritas que preparaba su madre... Las mañanas, perezosas, tomando el sol en la playa con su amiga Marjolein... Noches en la Feria, por la calle Larios, tomando "pescaíto" y bebiendo vino fino... Lo mucho que le gustaba a las dos bailar sevillanas, incluso vistiendo top de fantasía, pirata blanco y chancletas... mientras yo, con mis dos pies izquierdos, las miraba desde la barra, ahogando las penas en zumo de piña... algunos besos juguetones en la comisura de los labios, de madrugada... Ángel, su novio de aquél entonces, que trabajaba en un bar, y nos invitó a varias copas...

No, realmente no estuve enamorado de ella... Quizás "fascinado" fuera la palabra más adecuada, para el día en que nos conocimos... Con el paso del tiempo y mis tres visitas, los dos cambiamos, y Anastasia perdió el encanto de la primera adolescencia, igual que yo... Su mayor herencia fue el presentarme a Belarmina, mi quinto amor... De ella sí que me enamoré... pero esa es otra historia...

Pero hoy, he leído su nombre en el periódico... y las arenas del tiempo se han deslizado hacia atrás... De repente, me han asaltado los recuerdos... y la he visto de nuevo, como aquella lejana y primera vez, con su cabello rubio refulgiendo con los rayos del sol poniente... Y he comprendido que veinte años no es nada, para aquellos recuerdos que se han quedado anclados en el corazón...

domingo, 18 de septiembre de 2011

AQUELLOS RECUERDOS IMPOSIBLES...

Es curioso... Añoro cosas que no he vivido... y las caricias y los besos que nunca me regalaron... ¿Qué tendrá el invierno, las frías y ventosas tardes del mes de enero, que me hacen recordar imposibles? La dichosa tendencia a desear lo que no posees, que se convierte en una manía y, al final, te complica la vida...

Algunas personas son capaces de meterse, despacito, y casi sin que te des cuenta, en tu corazón... Y allí se quedan, con el paso del tiempo, y de las personas... incluso de los amores, transformadas en recuerdos de lo que pudo haber sido... y nunca fue... Una dulce amistad, de todas formas, que te devuelve las fuerzas...

Son amores imposibles, es cierto, pero recordarlos te hace sentir mejor, quizás incluso más vivo...Y te proporcionan un calor extraño, un rubor en las orejas, o bien el corazón se salta algunos latidos de golpe... Son cosas que pasan... y que dan más valor a la vida... y reviven la esperanza en los malos tiempos...

Quizás por eso, su imagen, sus increíbles ojos oscuros, y su sonrisa acuden a mi memoria, cuando pienso en el mar...

viernes, 9 de septiembre de 2011

MI HERMANA DEL ALMA...

Anoche salí a pasear, bajo la lluvia, con el corazón convaleciente (hace un par de días que conseguí repararlo), y me puse a caminar, sin rumbo fijo... Solo quería olvidarle, quitarme de encima toda huella de su presencia, de sus huellas, del calor de sus manos sobre mis pechos, entre los muslos, borrar todo rastro de su presencia en mi alma, y en mi cuerpo... Pero del alma, no pude arrancarlo...

He pasado dos días revisando los viejos albumes de fotos, y rompiendo todas aquellas en las que aparecían juntos... ¿Cómo pude ser tan ciega?

Claudia y yo siempre hemos sido amigas, desde... no sé, el jardín de infancia... Todo el mundo decía que nos parecíamos tanto, que podríamos ser hermanas... y así era: mi hermana del alma... Al cabo de un par de meses, comenzamos los juegos, yo era muy chiquita, pero lo recuerdo... Muchas veces, tardábamos semanas en preparar el cambiazo, durante las que íbamos de compras con nuestros padres, a los mismos almacenes, pero en distintos momentos... Yo le dejaba marcas, en la base del expositor, con un rotulador rojo, y así no dudaba en el tipo de falda, su color, la blusa... También intentábamos recogernos el pelo del mismo modo, jugando al despiste en clase... Queríamos ser iguales, tan iguales, que la gente nos confundiera... Cambios de ropa en los baños del colegio, o durante los primeros años del instituto... A veces, la única forma de saberlo era por las materias que cada una dominaba: Claudia era maravillosa con las matemáticas, y yo con el latín...

Adolescencia... Extrañas vivencias, torbellino de sentimientos, de hormonas, sueños, pesadillas... y ausencias... y deseos, que jamás te atreverás a decir en voz alta... A los quince años, una de aquellas noches en las que estábamos bailando en el jardín la danza de la lluvia (debajo de la tormenta), sujeté su cara entre mis manos, y la besé, con miedo, es cierto, pero con toda la pasión del mundo... No sé, todavía no consigo entenderlo, quizás fuera algo que necesitaba expresar... Lo más curioso es que no se escandalizó, ni mucho menos... pero tampoco reaccionó, al margen de acompañarme a su cuarto de baño, desnudarme (mi camisón estaba empapado, igual que el suyo), y secarme, suavemente, con una toalla de algodón blanco... Me estremecí, tal vez por el frío... La desvestí, y yo también la sequé a ella... Era una escena totalmente erótica, pero al mismo tiempo, desprovista de mala intención... Al cabo de un rato, de hablar sobre mil tonterías, nos metimos, desnudas, en su cama, y nos dormimos, con mis pechos rozando su espalda... Un par de veces, le acaricié el pelo, hasta que se quedó dormida...

Nos separamos al final del curso... Claudia y Desirée no eran ya el equipo perfecto: ella se marchó a otro instituto, para estudiar una especialidad de imagen y sonido, yo me puse a trabajar... Es cierto, seguíamos viviendo en el mismo barrio, a pocos jardines de distancia (ya sabes, las típicas casitas con porche y jardín trasero)... De vez en cuando, quedábamos para hablar...

Y llegaron los chicos... Me enamoré de Damián al poco tiempo de verle: típico chico duro, con su moto, su casco, y sus malos resultados académicos... Claudia escogió a Pablo, un chico más formal, un poco mayor que ella, con gafas... Nos hicimos amigos, durante varios meses, los cuatro... Incluso nos fuimos de vacaciones una vez, y mientras hacíamos el amor, escuchaba sus pequeños gemidos, y sonreía, quizás pensando en su goce...

Hubo una pelea, no recuerdo el motivo... Nos separamos... Damián me abandonó una noche de lluvia, se fue con una rubia platino, y me dejó tirada... Una etapa más de mi descenso hacia algo que no tiene sentido, sin importar que lo llames "vida", "madurez", "ser adulto"... Hace dos semanas, Claudia me llamó a casa... Quería hablar conmigo, es más, lo necesitaba... ¿Cuántos meses llevábamos sin hablarnos? En todo caso, no tantos para justificar aquél cambio... El pelo corto, muy corto, y lacio... enormes ojeras... la piel pálida, donde se distinguían perfectamente las venas y las arterias... y delgada... frágil... consumida... No me atrevía casi a abrazarla, ni a besarla... Nos retiramos a su habitación y, como cuando éramos pequeñas, nos quitamos los zapatos, y nos sentamos sobre la cama... Ella se apoyó en la pared: el cuarto seguía igual...

"Desirée, me estoy muriendo... Cáncer de médula... falló el trasplante..." Quise impedir que hablara, pero ella tenía otros planes... "No, es inútil, me muero... pero tengo un favor que pedirte..." Para silenciarme, esta vez, me besó, muy suave, en los labios... "Pablo es un buen chico, en serio, le amo, y quiero que sea feliz... Pero solo se me ocurre una mujer con quien pueda serlo: tú... Él mismo me lo ha pedido, quizás no con las mismas palabras, que os diérais una oportunidad..." "Pero Claudia..." "Calla, Desirée, por favor, calla... Sé lo que sientes por mí, siempre lo he sabido... porque yo he sentido lo mismo... Siempre piensas que tienes más tiempo para vivir, para experimentar, y soñar, antes de encontrar el amor... Pero mi camino se termina aquí, a los dieciocho... y el vuestro comienza..."

Claudia... llevo toda la noche paseando bajo la lluvia, con el corazón encogido, sabiendo que ella se está muriendo... y que me queda poco tiempo para decidirme...

Claudia, mi hermana del alma... qué sola me dejas...

EL PELIGRO DE LAS PALABRAS... Y LAS MUSAS DE CARNE Y SANGRE

Algunas lecciones pueden resultar muy amargas sobre todo cuando se traducen en pérdidas, los famosos daños colaterales que de vez en cuando provoca la escritura... Salvo que ésto no es una película de acción, no suele haber segundas oportunidades, ni oportunidad de explicarse... y tienes que medir las palabras más que nunca... Primero están las de alma y misterio, nacen de un recuerdo, de una imagen, de un fragmento de sueño, y las vas dotando de una serie de cualidades, físicas, de carácter, ambiciones, expectativas... y cada cierto tiempo, las vas cambiando, no solo porque pierdan casi todo su misterio, sino porque os termináis conociendo bien: la actual se llama Yolanda, es morena, delgada, de pelo largo, tez ligeramente aceitunada, y llevamos trabajando juntos dos meses... Son cómodas, no muy temperamentales, inteligentes y, sobre todo, escuchan y te hacen escuchar... incluso las voces de tus silencios...

El segundo tipo de musa es mucho más complicado, las de carne y sangre... Son criaturas humanas, aquellas que te atan a la realidad, que te inspiran a escribir, casi siempre por algo que, a tus ojos, las hace únicas: una de ellas, tiene las manos más fascinantes que he visto nunca; otra de ellas, por sus ojos; durante un tiempo me sedujo una sonrisa de blanquísimos dientes; en cuanto a los ojos, una los tenía azules como el cielo antes de una tormenta, y la otra, negros como el reflejo de una noche sin luna...

La única regla era que jamás convirtieras en musa a una mujer por entero... Por el pequeño detalle del reconocimiento. A casi todas las musas de carne y sangre las cabrea, y con razón, el reconocerse en uno de tus personajes, aunque se trate de una historia de lo más anodina, tranquila e inocente... El escritor y el poeta, condenados primero al ostracismo, y luego a la picota... que hace mucho frío de noche... La musa se esfuma tras un muro de silencio, ojo, con toda la razón del mundo... Y, por si fuera poco, alguien a quien aprecio muchísimo, y tal vez una de las personas que mejor me conoce, se encuentra pillada en el fuego cruzado...

Ya dice el refrán que "no hay peor ciego que el que no quiere ver"... Las palabras son exclusivamente eso, palabras, el escritor las utiliza en sus historias, les da forma para crear un texto, para transmitir, en mi caso, sentimientos... Y luego, corresponde al lector realizar su interpretación, según sus esquemas de valores, creencias, sentimientos... Eso sí, desde el momento en que las palabras abandonan el teclado, el conrol lo tiene el destinatario... Durante estos meses, habré escrito cerca de 900 entradas, en los distintos blogs públicos, los clandestinos, las novelas; y en ellos aparecen personajes reales, imaginarios, parcialmente reales... Mal lo iba a llevar si todos ellos me pidieran explicaciones sobre el "por qué" de su existencia...

No puedo evitarlo: juego con los géneros: mezclo la "autoficción" (vida inventada), la fábula, la paradoja, el relato amoroso, la ciencia ficción, lo adorno con cuatro datos bien buscados, y sale una historia de amores imposibles... ¿Por Satanás, todavía hay gente que crea a los escritores en sus novelas y sus blogs? ¡Si ni siquiera todas las autobiografías son ciertas, pues el tiempo altera la percepción de los recuerdos! ¿Y si un día me levanto especialmente romántico, y cuento la primera vez que hace el amor una chica de veinte años, durante las fiestas del pueblo... de repente, me he convertido en chica, guapa, inteligente y muy bella? ¡Qué más quisiera yo! ¿Y mis relatos oscuros, en los que pasa de todo menos cosas buenas, y me refiero a satanismo, canibalismo, maldiciones, sacrificios humanos, ejecuciones sumarísimas y una amplia variedad de barbaridades, en qué posición me dejan, justo un poquito por debajo de Hannibal Lecter pero muy por encima del Arropiero? Por cierto, están recogidos en hombresdetintarelatososcuros.blogspot.com... El escritor, el poeta, el blogger, viven en los mundos de la ficción, de la fantasía, es el lector quien debe escoger hasta qué punto debe creer lo que está leyendo, donde termina la realidad. Las palabras no ofenden "per se", es en la mente y el corazón del lector donde puede surgir el problema... y el silencio jamás es una solución... Aunque de momento, regresaré a las musas de alma y misterio...

Laetitia, cariño, estás despedida... y vosotras también, Rebecca, Claudia, Carmen, María, Beatrice...

NUNCA DIJE QUE FUERA UN CABALLERO...

Y te alejas, silenciosa, arrastrando seductora tu pequeño y estampado vestido, que repta, obediente, al lado de tu sombra fiel... Esta ha sido la tercera sorpresa que me das, en esta calurosa tarde de sábado...
La primera fue el hecho de recibirme, mientras estabas sola en casa, con ese pequeño vestido que de sobra sabes que tanto me gusta, sobre todo por cómo se ajusta a las curvas de tu cuerpo... Un par de gotas de agua se deslizan desde la comisura de tus labios hacia tu cuello de garza...
La segunda sorpresa ha sido cuando, en mitad de una conversación aparentemente intrascendente sobre los amigos de verdad y los de mentira, me has besado en los labios (te ha sido fácil, porque estábamos sentados los dos en el sofá), y has permitido que tu pícara lengua se introdujera suavemente en mi boca, acariciando el filo de mis dientes...
La tercera, de mayor calibre, hace menos de dos minutos, cuando te has quitado el vestido por encima de la cabeza, desvelando densas extensiones de piel morena (¡Pero qué hermosa estás, cuando el sol ha dorado tu cuerpo!)... y compruebo que, tal y como intuí con el primer abrazo de la tarde, no llevas sujetador... Solamente una culote diminuta, que sin duda alguna contribuye a realzar tus increíbles curvas...
La cuarta, por supuesto, cuando has comenzado a caminar, dejándome a mi sentado en el sillón, amparada solamente por tu espléndida semi-desnudez, y me has hecho ese pequeño gesto con el dedo, como diciéndome "Ven si te atreves..." Mientras seguías tu rumbo hacia la doble puerta de madera, tras la cual se encuentra tu dormitorio... Y tu gran cama...
Y la quinta sorpresa, tal vez te la daré yo... ¿Hace cuánto tiempo que somos amigos, Sonia? ¿Cuántas veces hemos estado a solas en tu casa, o en la mía, dentro de aquél silencio cómodo y cobarde, de las cosas que llevan mucho tiempo dichas? ¿Cuántas veces me has dejado claro que yo soy tu mejor amigo, pero nada más, porque nunca has sentido algo parecido por mi? Y tiene que ser ahora, precisamente cuando mi vida se estaba enfocando... Cuando ha surgido, de la nada de mi miseria sentimental, una persona que realmente está dispuesta a ser mi alfa y mi omega... En el momento preciso en que acudo a ti, como amiga, para que me orientes... Justo en ese preciso momento, Sonia, en el que parece haber alguien importante en mi vida... ¿De repente me descubres como hombre, como entidad dotada de voluntad, con necesidad de amar y ser amado?
Y con tal de no compartirme, de permitir que me vaya con otra mujer que realmente te haga sombra, después de haber estado conmigo durante tantos años, dentro de la categoría de "amigos sin derecho a roce", por supuesto... Solo por salirte con la tuya, estás dispuesta, en esta calurosa tarde de sábado, a darme lo que mi cuerpo (unas partes más que otras, por supuesto) y mi alma llevaban tanto tiempo reclamándote... Pues me ofreces todo tu cuerpo, sobre sábanas de lino... Y me esperas, completamente desnuda (en algún momento te has quitado la culote), al pie de tu gran cama de matrimonio, en tu dormitorio fresco y perfumado por una varita de incienso... Jamás te he visto más hermosa, Sonia... Ni más ardientemente vulnerable...
Ante mí, como siempre, se abren dos caminos... El primero, compartir lecho, sudor y sueños contigo... Recorrer todas y cada una de tus curvas con los ojos, las manos y la lengua... Y otorgarte lo que, en el fondo, hace tantos años que realmente es tuyo: mi alma, en una suprema comunión que llevo millares de días y noches anhelando... Por supuesto, tendría que renunciar a la otra mujer, pues ella lo notaría... Mas supongo que se trata de un sacrificio aceptable, a cambio de conseguirte... La opción B sería renunciar a ti como mujer, levantarme del sofá como si nada hubiese pasado, y dejarte ahí, de pié, gloriosa en tu menuda desnudez, y llamarte dentro de un par de dias, haciendo como si nada hubiese pasado...
Posiblemente, un caballero escogería el segundo camino: mantener aquella amistad tan especial, sin dejar que se enturbie por el amor, el deseo o el sexo... Preservar aquella inmaculada imagen de mujer perfecta pero lejana...
De todas formas, nunca te dije que yo fuera un caballero... Por eso, te sigo silenciosamente a la habitación... Y desde atrás, enlazo tu cintura... Y te hago dar suavemente la vuelta... Para hundirme después profundamente en tus increíbles ojos negros... Y ser yo, esta vez, quien te robe un beso...