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jueves, 12 de julio de 2012

LOS AMANTES...

Fue todo muy diferente a lo que ambos habían soñado tantas y tantas veces... Lo primero de todo, en el estrecho abrazo, sus bocas se buscaron una y otra vez, con glotonería infinita, intentado recuperar el tiempo perdido, que parecía ser toda su vida hasta aquél momento mágico... Luego, sin aliento, se separaban, para gozar de la presencia del amado, y se miraban a los ojos, todavía sin creer lo que estaban viviendo, en tanto sus manos buscaban con avidez el tacto del cuerpo del otro... Entonces, ella le tomó de la mano, y lo condujo al interior del dormitorio...

Las ropas de ambos quedaron esparcidas por la estancia, en tanto sus manos, febriles, ansiosas, recorrían el cuerpo del otro... Ismael sonrió... Los amantes se encontraron sobre la cama de frescas sábanas de lino, sin apenas darse cuenta... Y entonces, el sueño, imposible, de toda su vida, se hizo realidad...

Las manos de Ismael fueron recorriendo, sabias y diligentes, el cuerpo de la mujer, con dedicación y suavidad extremas, al igual que el jardinero acaricia la más bella rosa de su jardín... Las palabras sobraban...

Claudia, que creía conocer lo que era un hombre a través de la relación que había tenido durante aquellos años con su marido, se encontró de repente haciendo y sintiendo algo que jamás habría creído que existiera... Se había desdoblado y se observaba incrédula, sin acabar de entender que ella fuera la que estaba viviendo aquellas sensaciones...

Ismael, como el sembrador que trabaja un campo recién arado, preparándolo para la siembra, se afanaba explorando dulcemente las cuevas umbrías de su cuerpo... Oleadas rítmicas de un placer infinito iban acometiendo su vientre cada vez con más exigencia, un horizonte de arpegios mágicos y una sinfonía de colores nuevos se iban abriendo ante los ojos de su alma, y creyó que iba a morir...

Ella fue consciente de que sus manos sujetaban la cintura del amado, y de que sus dedos se clavaban en ella, atrayéndolo con fuerza... Súbitamente, la estancia se inundó de luz, el río de su amor se desbordó y el momento mágico, tanto tiempo deseado, pareció suspenderse en el tiempo...

Los ojos de la mujer estaban arrasados en lágrimas, entremezcladas de amor y de gratitud... En aquel instante pensó que valía la pena haber nacido... que si aquella dicha se prolongaba en la eternidad, ya conocía el cielo en la tierra... y que poco o nada le importaba lo que sucediera el día de mañana... Luego la invadió un llanto agradecido y convulso, y al mismo tiempo que lo besaba con infinita ternura, sus labios repitieron una y otra vez el nombre de su amado...

lunes, 18 de junio de 2012

LA CANCIÓN DE LA LLUVIA...

Cada vez que piensas en mí... lo siento... Aquella vieja energía que recorre mi cuerpo... Los viejos y locos sueños de la infancia... Cuando todo era mucho más sencillo...

Tantas mañanas ansiando la lluvia, para sentir su frescor en el cuerpo, que pegase mi camisa blanca de uniforme, y formase una segunda piel mojada... Solo para sentirme mucho más viva, especial... por nacer desde dentro...

Ahora soy demasiado mayor para esas cosas, lo hice un par de veces... y me miraron mal... con mi larga melena negra, y la blusa blanca, y aquél sujetador negro que tanto te gusta... trasparentándose bajo la tormenta... Mientras yo me reía del mundo, de todos los demás peatones que buscaban refugio bajo los porches o en las marquesinas de los autobuses... Hacía mucho tiempo que no me sentía tan insultantemente libre...

Recibir el beso de la lluvia, sus húmedos secretos, es recuperar la inocencia de otros tiempos...
La última vez que nos pilló la tormenta, terminamos empapados, corrimos a tu casa, y bajo la ducha caliente enlazamos los cuerpos, y la cama fue nuestro campo de batalla...

Por eso, ahora, cuando llueve con fuerza , te recuerdo, te añoro, te echo de menos, y siento que tus manos me recorren, desvelando secretos de amantes...

lunes, 19 de marzo de 2012

DICE LA NIÑA CLAUDIA...

Dice la niña Claudia, que nunca te fíes de sus profundos ojos negros, que no te reflejes en ellos, que no busques en su abismo la respuesta a tus preguntas...
Dice la niña Claudia que nunca roces su negra melena, que no te atrevas a deslizar por ella tus dedos, porque atrapará tu alma entre sus redes de sueños...
Dice la niña Claudia que no sigas la recta línea de su nariz, perfecta, diminuta, proporcionada con el resto de su cuerpo, pues te indicará el camino al averno...
Dice la niña Claudia que nunca te fijes en sus turgentes labios, que no los roces ni con la mirada, pues confluye en ellos el elixir de miles de universos...
Dice la niña Claudia que no sigas jamás la curva de su cuello, que no aspires el aroma a Nenuco en su nuca, que no sueñes con otros lugares y aromas de su cuerpo, porque jamás volverás a oler nada igual...
Dice la niña Claudia que no deslices tus ávidos ojos por sus suaves hombros y sus largos brazos, que no pienses en rozarlos con la yema de tus dedos, ni en sentir la caricia de su suave vello, pero sin embargo, lo haces...
Dice la niña Claudia que te alejes de sus manos, de sus largos y torneados dedos, que reposan en su regazo mientras habla, como dos pájaros prisioneros, pues conocen los secretos de la alta magia, y recrearán para tí lo círculos del infierno...
Dice la niña Claudia que apartes la mirada de sus pechos, tan firmes a la vez que pequeños, perfectos incluso en los más mínimos detalles, incluyendo el lunar en el seno izquierdo, que viste una vez y maldice tus sueños...
Dice la niña Claudia que no te pierdas en su pequeño ombligo, por el cual se desliza, perezosa, una gota de sudor, que igual que le dió la vida, puede arrebatarte la tuya, al mantener tu corazón preso...
Dice la niña Claudia que no sueñes con sus firmes caderas, sus hermosas nalgas y su "lugar secreto", pues las puertas están cerradas para todos menos para uno, y posiblemente no serás nunca tú...
Dice la niña Claudia que no acaricies sus hermosas, largas y firmes piernas, que no te fijes en sus pies pequeños, y no imagines recorrerlas ni siquiera con una pluma, ni seguir sus curvas y rectas, porque no son tuyas....
Dice la niña Claudia que seas paciente, que tienes 30 años, y ella no llega a los 18... Dice la niña Claudia que te quiere, pero todavía no lo suficiente... Dice la niña Claudia que la esperes un poquito más, mientras se adueña de todo tu cuerpo, corazón y mente...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

SOÑANDO UN SUEÑO...

Soledad y silencio... nada más... y nada menos.... Es lo único por lo que claman a gritos mis sentidos, en medio de la vorágine de la navidad, así, con minúsculas, porque me da la gana.... que no es una errata... ¿Acaso es un deseo tan difícil de conseguir? Pues todo parece indicar que sí... Y más aún cuando te pasas el día rodeado de gente...

Por la mañana, es la habitual vorágine de mensajeros, visitantes, empleados, proveedores, algún que otro ciervo, y actualmente, unos cuantos obreros... que esto es la histeria interminable... Además, con lo de trabajar de cara al público, y por mucho que en ciertos momentos disfrutes del preciado don de la invisibilidad, sobre todo cuando la persona que tienes delante de ti piensa que eres inferior, algo menos que un despojo de la sociedad por el hecho de llevar un uniforme, lo que de verdad ansío es el tiempo intermedio... curiosamente, el que abarca entre la salida del tajo y la llegada a casa... Menos mal que también trato con personas normales, agradables, que me hacen sentir bien...


Con las ropas civiles bien ajustadas sobre el cuerpo, y olvidando el desagradable tacto del uniforme, sobre todo de los pantalones a base de pelo de camello reciclado, oveja de dudosa reputación y restos de moqueta industrial, que si se te moja por la lluvia la chaqueta, te acompaña durante horas el pestazo de perro muerto... Es decir, que ponerme mis habituales pintillas, camiseta estilo heavy incluida (mañana toca "Dire Straits", y pasado "Pink Floyd" o "Blind Guardian", no lo tengo muy claro...), con la chupa de cuero y las botas de combate, emprendo el camino a casa... Ese ratito se convierte en un gran aliciente... La música en mis oídos, la llovizna en la cara... y la certeza de saber que nuestro gato me estará esperando detrás de la puerta, como midiendo con sus ronroneos y sus movimientos del cola el tiempo que nos falta para la siesta...

Por supuesto, esta rutina se modifica de vez en cuando... si cojo el coche para ir al trabajo... o si tengo algo importante que hacer a primera hora de la tarde, como cortarme el pelo, o fijar una vez la sonrisa loctite, que por casualidad ha desaparecido de mis labios... No me gusta la navidad... cada vez la tolero menos... pero de ese tema ya hablamos hace unos días, con "El cuento de la navidad y el bicho raro...", mejor no sigo con el tema... Pero de todas formas, experimento de manera acuciante la necesidad del silencio, y el recogimiento, aunque sea de forma temporal...

En los ratos de mayor intensidad laboral, cuando me sorprendo ante los límites insondables de la estupidez humana o de la falta de organización...o simplemente cuando estoy con "uno de esos días"... en los que la jaqueca reclama sus derechos de amiga y compañera... A base de fuerza de voluntad y un poquito de entrenamiento, consigo abstraerme del todo... Es decir, mientras sigo atendiendo a los visitantes, a los empleados, y haciendo otras mil cosas, me alejo... de todo... y mi calenturienta imaginación emprende su peculiar viaje por el espacio y el tiempo...

Lo primero que cambia es la luz... Se vuelve mucho más tenue, invernal, y por supuesto, natural... El olor no tiene nada que ver... hierba fresca, varios pinos, la piedra y el agua... Mis ropas siguen siendo marrones, pero es una basta túnica de lana o de un género parecido... Delante de mí, otro monje, en el claustro casi desierto... Todos nosotros mascullamos algo en latín, a veces creo que se trata de un "Te Deum..." Luz, tacto, vista, olor... y la paz, la tranquilidad entre aquellos muros... el inmenso contraste con la época en la que me ha tocado vivir...

Es cierto, dura muy poco tiempo, de momento no he tenido la ocasión de plantearme si se trata de otra vida, de una especie de alucinación derivada de la falta de sueño, o simplemente es un símbolo de lo que ansío... puesto que no puede ser mayor el contraste... Imaginación o no, son aquellos momentos, donde conozco el precio del silencio, los que me permiten seguir adelante...

Solo un día más...

Soñando un sueño...

viernes, 16 de septiembre de 2011

SOBRE LA PIEL...

El agua cae, sobre tu cuerpo, y cierras los ojos unos segundos... Se hace la oscuridad a tu alrededor, y te limitas a sentir, recordar, y soñar... Al abrirlos miras, sin verlas, las grandes gotas de agua casi hirviendo que resbalan por la pantalla de la ducha... Te gustan, porque ellas te hacen sentir tan viva, tan libre, tan diferente... Es tu momento, tu lugar, tu deseo, y también, tu desconexión... Has dejado la ropa bien colocada sobre la silla de vuestro dormitorio, y la ropa interior en el cesto, para no perder tiempo luego, y ser tú misma... No puedes concebir mejor final, tras haber luchado un día con tus experientes y los informes que manejas en el BNP, desconectar del mundo, algunas veces necesitas sentirte limpia, y sobre todo, tener el control del tiempo y del espacio... Por eso valoras tanto tu ducha, diseñada a medida, en una esquina del baño, con sus chorros de vapor que acarician tu cuerpo como un amante infiel... Y las gruesas teselas de azulejos azules y blancos, imitando mosaicos griegos... Incluso pusiste un pequeño taburete blanco... Para olvidarte del mundo...

Se esfuman entre nubes de vapor de todos los pequeños problemas, los inconvenientes de vivir en París, de ir en bus o en metro, cuando hace demasiado frío para utilizar tu "Harley Davidson V-Road Muscle", que te compraste por capricho en 2009, pero que te encanta sentir ronroneando entre tus piernas... Quizás no sea el tuyo el perfil típico de una asesora de grandes cuentas, bajarte de la moto, con tu mono de cuero, quitarte el casco, y sorprender muchas veces a los clientes con tu rubia melena... Por supuesto, te cambias para trabajar, es como desprenderte de lado más felino de tu naturaleza, el más sensual... para convertirte en la eficaz ejecutiva que todos esperan...

Mas esta tarde, el cansancio es tan grande cuando vuelves a casa, que solo te apetece desaparecer en tu cálida tormenta cotidiana... Tu marido sigue sin comprender tus dos amores, la moto y la ducha, y dudas mucho que se vuelva a montar contigo, después de aquél paseo por la carretera que lleva a Fontainebleau... Le gusta tanto como a ti tener el control de la situación... Seguro que a vuestro hijo, Adrián, que termina este año el internado en Suiza, le encantaría tener una igual... aunque de momento tendrá que conformarse con ir "de paquete"...

Después de diez minutos bajo los chorros programables, hoy con esencia de lavanda y eucalipto, la espalda ya no te duele tanto, y la tensión desaparece de tu cuello, y empiezas a lavarte, de la punta de la nariz hasta los dedos de los pies, tocando, acariciando tu cuerpo, como si las manos no te pertenecieran, sino a tu amante perdido... Hace tanto tiempo que no te tocan, que no te acarician, que no te desean de esa manera, que no te sientes mujer, que no puedes evitar recordarle...

Valentín, nacido y residente en Toledo, a quien conociste por casualidad, a través de María, la sobrina de tu amante... Suena tan extraña aquella palabra, sobre todo porque vuestra relación ha sido "casi" siempre virtual y epistolar: a través del facebook, del chat... La clave está precisamente en aquél "casi"... No puedes olvidar aquella gloriosa jornada del 15 de mayo de 2010, San Isidro para más señas, cuando compartisteis unas horas, hermosas e intensas, en San Sebastián... en aquella pensión coqueta y encantadora, después de todo el día juntos...

Es cierto, eres una mujer muy femenina, pero también muy sensual, y no puedes concebir la vida sin el amor, la pasión y los sentimientos... Aquella escapada te ha servido para recuperar la cordura, recordar sus manos sobre tu cuerpo, ahora son las tuyas quienes te acarician... Os prometisteis mutuamente que no habría segunda parte, que era lo que necesitabais para aceptar vuestras grises vidas, y sin embargo... sin embargo, te gustaría repetir aquella experiencia, quizás incluso por más tiempo, un fin de semana entero, o un puente, juntos, en cualquier lugar... Hacer el amor muy despacio, disfrutar de una cena agradable, compartir cada minuto...

Terminas de ducharte, exponiendo tu hermoso cuerpo a las ardientes caricias del agua helada, durante tres largos minutos... Luego, saltas fuera de la ducha, para envolverte con la toalla caliente, hoy blanca, mañana amarilla, y luego, quién sabe... te secas… despacito... es casi una larga caricia íntima, y esa desconocida, que te observa desde el espejo empañado, te hace sentir un poco incómoda... por sus intensos pensamientos...

Tu marido está fuera, como siempre, el prestigioso cirujano no tiene tiempo que desperdiciar con su mujer, lo más posible es que vuelva tarde, y tampoco te preste atención... Toda la casa te pertenece, bueno, a ti y a vuestro gato "Pituso", que no tardará mucho en subirse a vuestra cama, pero ahora estás tan cansada, tan hastiada, que apagas la luz, y vas al dormitorio, retiras la manta, y te deslizas, desnuda, entre las sábanas de algodón, y te duermes...

Y en sueños, vuelves a sentir sus manos, recorriendo tu cuerpo, murmurando tu nombre muy bajito: "Valentina"... Cuando despiertes y te vistas de nuevo, te meterás en el chat... y le buscarás... Pero será más tarde... volverás al mundo de los vivos, a las presiones, prepararás algo para cenar, te ocuparás del gato, del marido, pero de momento, eres libre, y te olvidas del mundo entero, sumergida en tu cálido universo...

domingo, 11 de septiembre de 2011

VIERNES POR LA NOCHE

Anoche quise soñar contigo, necesitaba tus besos, tus caricias, tus abrazos, el contacto de tu piel desnuda contra mi pecho, el roce de tus dedos, el aroma a lavanda y espliego de tu pelo, el levemente afrutado perfume de tu boca... Necesitaba sentirte una vez más entre mis brazos, para restablecer el equilibrio de mi mundo, que naufragaba lejos de ti, y perdía el escaso sentido que otorgaba la aplastante realidad y el paso del tiempo... Soñaba despierto contigo, y me parecía injusto que fuera tanta la distancia entre nuestros cuerpos, cuando yo notaba el latido de tu corazón en mi pecho, y la yema de tus dedos trazaba arabescos sobre la piel de mi espalda...

Si estaba loco, aquella era precisamente el tipo de locura que me daba la vida, y por la que arriesgaría encantado la vida, si el premio era tenerte conmigo... no estar nunca más solo... ni volver a tragarme las lágrimas... No me importaba tampoco que ambos mundos se cruzasen en el espacio y el tiempo, si aquél era el precio de tenerte conmigo... ¿Quién se preocupa por la realidad, si puede sumergirse entre los cálidos brazos de una diosa?

Anoche soné que en el silencio de la noche, sonaba el teléfono móvil, y era tu voz la que escuchaba, en mitad de una tormenta de recuerdos... Tu voz, ligeramente ronca, pronunciando en mi oído leves palabras de amor y deseo... "Estoy en la puerta... de tu piso... ¿Me abres?" No había mejor manera de terminar el sueño, que abrir la puerta, y encontrarte allí, con tu gabardina empapada, tu paraguas, y tu sombrero... El agua ha mojado las puntas de tu hermosa cabellera, pero me olvido de todo cuando me besas... y te abrazo... Te doy una toalla y te muestro el camino al cuarto de baño, me has dado tu gabardina en medio del salón, tu blusa de seda blanca y tu pantalón de pinzas negro siguen el mismo camino, y en ropa interior te diriges hacia la ducha, me das otro beso, y cierras la puerta...

¿Cuántas veces has venido a mi casa? No parece que sea la primera, puesto que conoces el lugar de muchas pequeñas cosas... Mientras te espero, doy una rápida batida por el dormitorio, y pongo un CD de jazz... El tiempo se vive de manera distinta en los sueños, porque enseguida sales de la ducha, envuelta en mi viejo albornoz azúl, y con los pies descalzos... Hablamos un rato, bebemos un poco, te quedas adormilada en el sofá... Respiras profundamente... duermes... Con gran suavidad, te tomo en los brazos, es una suerte que peses tan poco, y te llevo a la cama... Ocupas la mitad destinada a las visitas... Te arropo con las sábanas y la manta, y me siento en el sillón de lectura, para verte dormir... Pareces tan joven, tan indefensa, sin el maquillaje que utilizas en el bufete... y eres tan hermosa... No puedo evitar darte otro beso, esta vez, en los labios, me pongo el pijama y me tumbo a tu lado... Se me cierran los ojos...

Viernes por la noche... sueño que estás de nuevo a mi lado, que has venido a verme, en mitad de la oscuridad y de la lluvia... y te has quedado a dormir conmigo... Sábado por la mañana... Suena el despertador... Estiro la mano para apagarlo... Y te veo, dormida, a mi lado...

No ha sido un sueño...

viernes, 9 de septiembre de 2011

DOBLE TABÚ

Me despierto en mitad de la noche, sobresaltado… aunque la puerta está arreglada y no hace ruido, sé que no estoy solo en la habitación… Segundos más tarde, escucho una voz con la que llevo soñando mucho tiempo, y que dice justo las palabras que yo ansiaba oír: “¿Me dejas tumbarme a tu lado, grandullón? Creo que la cama es lo bastante grande para los dos…” Le dejo espacio, y noto que se acomoda a mi lado… “Seguro que no me esperabas…”, me dice en un susurro… “He estado a punto de no venir, pero también he pensado que era mejor aprovechar la oportunidad… pues cualquiera sabe qué otro momento vamos a tener…”
No soporto permanecer a oscuras, sentirla a mi lado, y no verle la cara, ni su precioso cuerpo… “¿Te importa si enciendo al gato?” y, como no me responde, así lo hago… Las tonalidades de su cuerpo, desde el imposible azul de sus ojos hasta su larga melena rubia, contrastan con su piel completamente morena… Solo lleva puesto un camisoncito de verano de color naranja, y un minúsculo tanga de color verde lima… “Veo que te alegras de verme…”, dice, poniendo la mano sobre mis bóxers, y sonríe al notar mi reacción… Juguetona, como siempre imaginé, me pide que la ayude a poner una toalla sobre la cama, para no dejar huellas, y luego…

Luego… hicimos el amor… de formas muy distintas a las que un varón heterosexual casado de mediana edad podía imaginar… Su cuerpo es diminuto, cincelado con el mayor mimo por la misma Afrodita, para aquella noche en concreto… Hace muchos años que nos conocemos, casi puede decirse que la he visto crecer, pero hasta aquella lejana ocasión en la que le regalamos un par de bikinis por su cumpleaños, y un par de días después se lo puso en la piscina, yo no fui más lejos que la relación de parentesco con mi mujer… lo que evidentemente la convertía en un tabú por partida doble: por estar yo casado… y ser ella su hermana pequeña…

Pero, claro está, y como a cualquier varón heterosexual (los gays aquí no cuentan), se me iban los ojos detrás de ella, de Noelia, cuando íbamos al pueblo en verano o en Semana Santa, y ella venía a pasar algunos días en casa de sus padres, porque estaba estudiando en Sevilla… No sé, cuando más cerca estuve de perder la cabeza, fue cuando la sorprendí secándose después de la ducha (no tenía ni idea de que el baño estuviera ocupado)… O los días que estuvo en nuestra casa, en Madrid, cuando al madrugar los dos, la vi salir del baño envuelta en las toallas naranjas… Desde entonces, no las he vuelto a mirar con indiferencia…

Supongo que era cuestión de tiempo y de oportunidad: el viaje al pueblo, para descansar de Madrid, pero con el portátil para seguir escribiendo… Las jornadas de abstinencia por una regla con muy mala leche… Que nuestra vida sexual fuera tan previsible (jueves y sábados, pero casi siempre, sábados) la volvía a ella mucho más deseable…

El calor en las habitaciones según avanza la noche… La constante tentación de abrir su puerta, y verla dormir desde el pasillo, iluminada por la luz de la luna (una de mis imágenes fetiche)… Por supuesto, el que ella viviera con su novio durante el año le restaba interés, pero de todas formas, nunca me he planteado otra cosa que jugar al juego más peligroso del mundo… Noelia tiene diez años menos que Claudia, mi mujer, pero nuestras vidas no se habían cruzado mucho en la última década…

Y ahora, precisamente esta noche, a la luz del gato de falso cristal de Murano, la admiro, una Valkiria, cabalgándome como en un rodeo del salvaje oeste (y tiene mucho de salvaje)… luego cambiamos de posturas… descansamos… Y ella se pone de nuevo su camisón, mientras se lleva la toalla incriminadora al cesto de la ropa sucia…

No hemos hablado casi nada en toda la noche, sobre todo por la presión añadida de ser mi habitación colindante con la de mis suegros… Verla gemir sobre mí en sordina, o entre mis brazos, algunos suaves mordisquitos en el lóbulo de las orejas, algún furtivo chupetón, pero muy pequeño… Nuestra finalidad era, al menos por mi parte, hacer realidad un sueño erótico… y por la suya… tal vez el comprobar si yo era tan bueno en la cama como su hermana comentaba (espero no haberla defraudado)…

Apagué el gato sobre las cinco de la madrugada, cuando Noelia ya se había marchado, y traté de dormir un poco, puesto que precisamente aquella jornada teníamos previsto ir a Chipiona, a pasar el día, con mis suegros, en la playa… Menos mal que yo no iba a conducir… Cogí el sueño muy profundo, tanto, que cuando llamaron a la puerta para despertarme, no tenía claro ni dónde estaba, ni quién era, ni si había sido sueño o realidad… pero rezando por que hubiera sido real…

Menos mal que metí la mano debajo de mi almohada: allí encontré el minúsculo tanguita de Noelia… Me acerqué a ella en la cocina, con el tanguita metido en el bolsillo del pantalón, pero ella me dijo en voz baja: “Un souvenir… Si quieres, te puedes llevar el semáforo completo… en las noches que te quedan…”

Ni entonces, ni ahora, me he sentido culpable o avergonzado por lo que sucedió aquella noche, la del tanguita verde lima… pero no tengo muy claro cómo tomarme su comentario: “No me has decepcionado… para ser tan mayor…” ¡Pero si solo le saco diez años!

Y en cuanto a si tengo o no la colección completa de tanguitas… es algo que dejo a la imaginación del lector…

NUNCA DIJE QUE FUERA UN CABALLERO...

Y te alejas, silenciosa, arrastrando seductora tu pequeño y estampado vestido, que repta, obediente, al lado de tu sombra fiel... Esta ha sido la tercera sorpresa que me das, en esta calurosa tarde de sábado...
La primera fue el hecho de recibirme, mientras estabas sola en casa, con ese pequeño vestido que de sobra sabes que tanto me gusta, sobre todo por cómo se ajusta a las curvas de tu cuerpo... Un par de gotas de agua se deslizan desde la comisura de tus labios hacia tu cuello de garza...
La segunda sorpresa ha sido cuando, en mitad de una conversación aparentemente intrascendente sobre los amigos de verdad y los de mentira, me has besado en los labios (te ha sido fácil, porque estábamos sentados los dos en el sofá), y has permitido que tu pícara lengua se introdujera suavemente en mi boca, acariciando el filo de mis dientes...
La tercera, de mayor calibre, hace menos de dos minutos, cuando te has quitado el vestido por encima de la cabeza, desvelando densas extensiones de piel morena (¡Pero qué hermosa estás, cuando el sol ha dorado tu cuerpo!)... y compruebo que, tal y como intuí con el primer abrazo de la tarde, no llevas sujetador... Solamente una culote diminuta, que sin duda alguna contribuye a realzar tus increíbles curvas...
La cuarta, por supuesto, cuando has comenzado a caminar, dejándome a mi sentado en el sillón, amparada solamente por tu espléndida semi-desnudez, y me has hecho ese pequeño gesto con el dedo, como diciéndome "Ven si te atreves..." Mientras seguías tu rumbo hacia la doble puerta de madera, tras la cual se encuentra tu dormitorio... Y tu gran cama...
Y la quinta sorpresa, tal vez te la daré yo... ¿Hace cuánto tiempo que somos amigos, Sonia? ¿Cuántas veces hemos estado a solas en tu casa, o en la mía, dentro de aquél silencio cómodo y cobarde, de las cosas que llevan mucho tiempo dichas? ¿Cuántas veces me has dejado claro que yo soy tu mejor amigo, pero nada más, porque nunca has sentido algo parecido por mi? Y tiene que ser ahora, precisamente cuando mi vida se estaba enfocando... Cuando ha surgido, de la nada de mi miseria sentimental, una persona que realmente está dispuesta a ser mi alfa y mi omega... En el momento preciso en que acudo a ti, como amiga, para que me orientes... Justo en ese preciso momento, Sonia, en el que parece haber alguien importante en mi vida... ¿De repente me descubres como hombre, como entidad dotada de voluntad, con necesidad de amar y ser amado?
Y con tal de no compartirme, de permitir que me vaya con otra mujer que realmente te haga sombra, después de haber estado conmigo durante tantos años, dentro de la categoría de "amigos sin derecho a roce", por supuesto... Solo por salirte con la tuya, estás dispuesta, en esta calurosa tarde de sábado, a darme lo que mi cuerpo (unas partes más que otras, por supuesto) y mi alma llevaban tanto tiempo reclamándote... Pues me ofreces todo tu cuerpo, sobre sábanas de lino... Y me esperas, completamente desnuda (en algún momento te has quitado la culote), al pie de tu gran cama de matrimonio, en tu dormitorio fresco y perfumado por una varita de incienso... Jamás te he visto más hermosa, Sonia... Ni más ardientemente vulnerable...
Ante mí, como siempre, se abren dos caminos... El primero, compartir lecho, sudor y sueños contigo... Recorrer todas y cada una de tus curvas con los ojos, las manos y la lengua... Y otorgarte lo que, en el fondo, hace tantos años que realmente es tuyo: mi alma, en una suprema comunión que llevo millares de días y noches anhelando... Por supuesto, tendría que renunciar a la otra mujer, pues ella lo notaría... Mas supongo que se trata de un sacrificio aceptable, a cambio de conseguirte... La opción B sería renunciar a ti como mujer, levantarme del sofá como si nada hubiese pasado, y dejarte ahí, de pié, gloriosa en tu menuda desnudez, y llamarte dentro de un par de dias, haciendo como si nada hubiese pasado...
Posiblemente, un caballero escogería el segundo camino: mantener aquella amistad tan especial, sin dejar que se enturbie por el amor, el deseo o el sexo... Preservar aquella inmaculada imagen de mujer perfecta pero lejana...
De todas formas, nunca te dije que yo fuera un caballero... Por eso, te sigo silenciosamente a la habitación... Y desde atrás, enlazo tu cintura... Y te hago dar suavemente la vuelta... Para hundirme después profundamente en tus increíbles ojos negros... Y ser yo, esta vez, quien te robe un beso...