viernes, 30 de marzo de 2012

LA MENTIRA DE LOS VIEJOS AMIGOS

Mi corazón pierde el ritmo cuando estás a mi lado, cuando me miras de ese modo tan especial, con tus ojos a medio camino de la risa y las lágrimas, tus increíbles ojos de gata, tan dulces cuando quieren, tan amargos cuando piensas que nadie te observa, pero es tan difícil no seguirte a todas partes, amor mío...

Has entrado en mi vida poco a poco, a través de una amiga, y comenzamos a escribirnos, a intercambiar ideas, canciones, confidencias, sueños, ilusiones, pero también, imposiciones, tristezas, obligaciones... Con tantas cosas en común, era invetitable mezclar los límites del amor y la amistad...


Sin habernos visto nunca, sin haber hablado ni siquiera por teléfono, hemos compartido mil confidencias, a través de las horas, de los minutos, casi eternos... Dos almas antiguas, insisto, que se han vuelto a encontrar, en un momento tan especial de nuestras vidas, en el cual el ser y el tener intentan compensarse, sin importar las formalidades, ni el tiempo, ni la distancia... ni siquiera el amor...

¡Por supuesto, el amor! Nuestro mayor, y más grande enemigo.. En este campo, nos quedamos en tablas: una tremenda facilidad para enamorarnos con una sola palabra, con un gesto, de un perfume, de una idea, de una imagen, en cualquier caso, de una persona que posiblemente no exista fuera de nuestra imaginación, de nuestra infinita necesidad de remontarnos hacia la absoluta eternidad del amor...

Nosotros, por lo tanto, estamos escarmentados con ese sentimiento que arrasa el planeta, tenemos por lo tanto que contentarnos con una amistad a toda prueba, sincera, en la que no haya espacio opara otra cosa, que para la necesidad de exponer nuestras almas, casi desnudas, la una frente a la otra... Sintiendo al mismo tiempo esa comodidad de los viejos amantes que, habiendoselo dicho todo, habiendolo visto todo, no tienen ya nada que ocultarse...

El gran problema, es que nuestros corazones son demasiado grandes, enormemente grandes... Y esa necesidad de sentir, de amar, que se encuentra parcialmente insatisfecha por nuestras parejas respectivas, comienza a destilar el poderoso veneno de la fruta prohibida... Para nosotros, es el amor... Y comienzo a sonreir como un adolescente cuando recibo tus mensajes, cuando pienso en tí, cuando tus ojos, increíblemente profundos y bellos, me miran desde la pantalla...

¿Cuánto tiempo seré capaz de mantener esta estabilidad, tan necesaria? ¿Cuándo tendré que admitir, delante de tí, o de mí mismo, que ese "estatus quo" lo he roto hace tanto tiempo? ¡Dios mío, cuando dos personas se conocen tan bien, es incluso peor! Por lo tanto, supongo que tendremos que refugiarnos en la vieja mentira: te quiero mucho, pero solamente como amiga/o... si bien en mi corazón, me tienes totalmente hechizado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.