domingo, 14 de agosto de 2011

¿POR QUÉ LLORAS?

Al principio, creí que lo estaba soñando, no había sido una de las mejores noches de los últimas veces, y aunque estaba viendo una de mis películas favoritas en la soledad del salón (la primera de "Karate Kid"), me sorprendió muchísimo comprobar que mi amito negro, gordo y consentido, había dejado de lamerse la pata con la mejor muestra digna de concentración oriental, y me hablaba...


Y yo, me quedé mudo, dudando de los efectos del lrutamato monosódico que aderezaba los restos de mi pasta...


"No, tranquilo, estás bien.... relájate... haz caso al señor Norita, siempre tiene razón... ¿O acaso pensabas que los únicos gatos que hablaban eral los de "Alicia en el País de las Maravillas", o el de "Garfield"? La única diferencia entre nosotros y los humanos es que hablamos solo cuando nos apetece, y nunca más de quince minutos seguidos... Y ya han pasado diez segundos..."


"Lloraba... porque se me ha metido una mota en el ojo..."


"¿No será más bien que tienes el corazón destrozado? Me da igual decirte tonterías, a fin de cuentas, yo hablo, y tú escuchas... Pero creo que deberías plantear la pregunta al revés... ¿Por qué no quieres llorar?"

Me lo pensé unos segundos, antes de decirle: "Porque siempre nos han dicho que es malo..."

"¿Malo para quien? Desde luego, no para tus ojos, que se refrescan; ni para tus córneas, que arrastran impurezas.... Ni para tu corazón, que se quita de dolores antiguos... No lloráis, me refiero a la especie humana masculina en particular... porque solo os han enseñado a tener miedo de llorar..."

Desperdicio otros segundos más pensando, aquellas palabras me suenan las escribí incluso en uno de mis blogs hace pocos días...

"Sí, pero yo siempre he estado a tu lado, cuando estabas llorando, recuérdalo... Pero deja este tema, te contaré un pequeño cuento... Sobre el primer gato... y las fuentes del cielo..."

"Érase una vez, hace tanto tiempo que no queremos acordarnos, hubo un gato cruel... Era grande, enorme, fiero como la noche de tormenta; de color azul cobalto, con enormes relámpagos que recorrían su lomo... Todas las criaturas de sus dominios le tenían miedo; tanto, que cada noche le sacrificaban y depositaban ante sus zarpas una presa, sin importar que fuera ratonil, humana, caprina, dragonesca o incluso pétrea... Vivía del miedo, del terror, de la mayor acechanza posible... y cada noche, se retiraba, lleno de una comida que no precisaba, puesto que le gustaban sobre todo la hierba fresca y el agua del rocío mañananero... pero seguía matando y devorando... por el "qué dirán"... y enterrando, con el mayor de los respetos, en una profunda fosa, detrás de su cueva...

Bien, pues una de aquellas noches, en las que los reinados de terror casi habían exterminado todas las presas, se presentó ante él una vieja cabra montesa, azul y verde por el frío, pero sonriendo... Y le prometió que si no le comía, le contaría el mayor de los secretos...

Y nuestro gatazo, curioso como cualquier otro, y algo aburrido, le escuchó...

"Hace incluso más años de los que tu estirpe recuerda, vivieron en estos mismos parajes el primer gato guardián... y el primer humano al que proteger... Cómo llegaron aquí, nadie lo sabe... Ni lo recuerda... Pero crecieron, el gato más que el humano, para cuidarle, y acunarle, y consonarle.... Pero el humano se hacía viejo... y el gato no... Un buen día, el humano acarició por última vez la cabeza de su gato, enorme y ya por entonces bastante cruel, y se murió...


Allí reposa, entre aquellas dos colinas, cubierto de rocas y huesos... de todas las víctimas que tú y los tuyos habéis acumulado sobre su cuerpo, con la esperanza de protegerle... y revivirle...


"¿Bonita historia, pero y el final, por el que no debo matarte?"

"Que empezaste a matar por amor.... por abandono... por tristeza.... y por olvido... y mataste estos sentimientos... Y ahora, hasta que no puedas recordar tu historia, vuestra historia y la tremenda ausencia, jamás volverás a llorar.... y el mundo seguirá cada día más yermo..."


Y cuenta la leyenda, que aquél gato, el último de su estirpe, grande, fiero, y cruel... lloró.... Y sus lágrimas desgarraron campos y montañas... Y trajeron la vida a la Tierra... y nuevos animales surgieron del líquido.... y llegaron las primeras lluvias... y nacieron la vida y la esperanza... Y que cuando el caudal de lágrimas abandonó la última gota de su ya reseco cuerpo, de sus restos nacieron todos los demás gatos domésticos... y siguieron guardándonos a todos... Como yo a ti....

"¿La moraleja? ¿Cuál es el final?"

"Que aveces las lágrimas de sangre, y hielo, y acero, y metal, devuelven la vida a cualquier corazón.... menos al de un muerto... Por cierto... se me ha pasado unos minutos el tiempo... ¿me das ya mi latita de pienso seco?"


Aquella fue la primera historia, pero no la última, de mi gato negro, gordo y viejo.... de mi gato guardián...

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